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ORTIZ, Victor Hugo Limpias. Cobija. Arquitectura y Urbanismo en la Amazonia Boliviana. Arquitextos, São Paulo, año 02, n. 019.02, Vitruvius, dic. 2001 <https://vitruvius.com.br/revistas/read/arquitextos/02.019/820/es>.

Cobija es una ciudad boliviana muy especial. Es la más joven y menos poblada de todas las capitales de departamento y la única ubicada en una frontera internacional, limítrofe con el estado brasileño de Acre. Curiosamente, a pesar de haber sido fundada durante el periodo republicano, pasó por un proceso histórico “colonial” como parte del Territorio de Colonias del Noroeste de la República de Bolivia. Su urbanismo y arquitectura son únicas en el contexto nacional, y se enmarcan mejor en la tradición amazónica compartida con Brasil y Perú, que con la tradición urbana y arquitectónica boliviana.

Cobija es ciudad hermana de otras dos ciudades, ambas brasileñas: Brasiléia y Epitáciolandia. Divididas por el río Acre y el Arroyo Bahía, las tres comparten su destino apartadas del mundo, en pleno corazón del continente sudamericano. Juntas, su población supera los 80.000 habitantes, y de hecho, las tres se complementan en diversos aspectos, conforme la cambiante realidad económica. Mientras en la Universidad Amazónica de Cobija dos tercios de los alumnos son brasileños, los clientes de los mejores hoteles y restaurantes de Brasileia y Epitáciolandia son bolivianos. Aunque en ambos lados de la frontera cada país preserva sus características culturales más relevantes, es evidente para el visitante la existencia de una cultura sincrética fronteriza, reconocible hasta en los rasgos de los rostros, la ropa y el modo de hablar.

A continuación se describe primero los antecedentes históricos que permiten reconocer de forma general el proceso histórico regional del Departamento Pando y de la ciudad misma. Posteriormente, se realiza una descripción analítica de las diferentes etapas del desarrollo urbano cobijeño. Luego, se describe las siete tipologías arquitectónicas, identificadas como históricamente relevantes. Finalmente, se redacta una serie de conclusiones y recomendaciones que buscan contribuir a la preservación del patrimonio y de las características particulares del entorno físico pandino. Las referencias bibliográficas fueron incluídas al final del texto.

Historia

Durante la última década del siglo XIX, el industrial gomero Nicolás Suárez construyó la Barraca Bahía a orillas del río Acre. El lugar era ideal como puerto de embarque para su producción, ya que desde este punto el río permite una navegación libre de obstáculos hasta el Atlántico. Complementaban las ventajas del sitio, el encajonamiento del lecho fluvial-que libraba el terreno de inundaciones-y la existencia de tres arroyos que aseguraban el aprovisionamiento de agua potable.

En medio de la selva tropical, la Barraca era uno de los muchos asentamientos levantados por productores gomeros a orillas de los ríos amazónicos. La zona del Acre comenzó a ser ocupada por bolivianos, brasileños y peruanos desde 1862, quienes llegaron atraídos por los altos precios internacionales de la goma elástica, obtenida del látex del árbol Siringa (Hevea Brasilensis). La explotación de la goma se convirtió en la principal industria del cambio de siglo en la zona, generando una prosperidad conocida como “auge gomero”. Este efímero pero dinámico período, a tiempo que desencadenó graves conflictos internacionales (Guerra del Acre) y de hecho, en la misma barraca Bahía tuvo lugar una victoria decisiva de las tropas bolivianas, en octubre de 1902. Con todo, el auge de la goma desencantó una vasta zona e inicia la historia de nuevas ciudades.

Luego de su fundación oficial, el 9 de febrero de 1906, preservando en primera instancia su nombre original de Bahía, Cobija se consolida lentamente como uno de los centros urbanos más importante de la Amazonia boliviana, junto a Riberalta y Guayaramerín.

En general, se reconoce tres períodos históricos. El periodo colonial (1906-1938) coincide con el auge y decadencia de la producción gomera, con la ciudad aislada del resto del país, y decisivamente dependiente del apoyo gubernamental. En principio, su estratégica ubicación contribuyó a una rápida consolidación urbana, lo que le mereció la capitalía del Territorio Nacional de Colonias en 1915. Barcazas de vapor, de hasta 450 toneladas llegaban diariamente al puerto, trayendo mercancías de ultramar y funcionarios europeos para las empresas allí asentadas.

Para 1920, ya se le conocía como “Perla del Acre”, en mérito a la fastuosidad de sus fiestas y la vida alegre y relajada, fruto de su prosperidad. Posteriormente, la crisis azotó la región, que no se despobló del todo debido a las esporádicas reacciones positivas del precio de la castaña, y a la subvención estatal, traducida fundamentalmente en una creciente burocracia civil y militar.

La departamentalización del territorio colonial inicia el periodo de la semi-integración (1938-85). El nuevo departamento es nominado en honor al presidente José Manuel Pando. Gracias al transporte aéreo, se inicia un tímido y muy limitado proceso de integración de la ciudad a la macroestructura nacional. En este largo período se sucede un segundo auge gomero, menos próspero y más breve que el primero, mientras continúan los vacilantes incrementos favorables del precio de la castaña. Desde 1960 se diversifica la economía con el inicio de la producción agropecuaria, así como la producción de cueros silvestres, cuyos mercados europeos finalmente desaparecieron en los años ’80, como consecuencia de concientización ambientalista. La dependencia del Estado se incrementó aún más, con un aparato burocrático desproporcionado que no impidió que varios aspectos de la vida en Cobija dependan de la buena voluntad de las autoridades brasileñas.

El período de la plena integración (Desde 1985) coincide con la progresiva reducción del aparato gubernamental, la mediana consolidación de una vía caminera hacia el interior del país, el fortalecimiento significativo de las industrias maderera y agropecuaria, y del notable incremento en el intercambio comercial con el Brasil. Todo ello, además de los beneficios directos e indirectos derivados de la economía informal (contrabando) y el narcotráfico, termina desencadenando un proceso de desarrollo no experimentado desde el auge gomero.

La diversificación económica se traduce en un crecimiento demográfico importante de la ciudad de Cobija, por un lado a costa de las áreas rurales del departamento y por otro, gracias a una corriente migratoria desde el interior del país. El censo de 1992 determinó la población de Cobija en 10.001 habitantes. Al iniciar el siglo, se estima una población superior a los 25.000 habitantes, producto de un crecimiento demográfico excepcional durante la última década.

En proporción a su población, ninguna ciudad boliviana ha merecido durante este siglo el grado de atención dispensada a Cobija. Ello ha determinado dos situaciones paradójicamente contradictorias. Primero, la intervención estatal ha permitido a la pequeña ciudad contar con un equipamiento urbano comparativamente más completo que cualquier otro centro urbano nacional de similar población, superando en muchos casos, sus necesidades reales. En contrapartida, esta masiva intervención gubernamental incrementó desproporcionadamente el aparato burocrático, y ha conformado una comunidad demasiado dependiente del empleo público, que encuentra serias dificultades para enfrentar una nueva dinámica productiva de carácter competitivo. Como consecuencia de la reducción del aparato burocrático y la diversificación de la producción y los servicios, se ha transformado radicalmente la economía urbana. La economía de mercado encuentra a los cobijeños en clara desventaja en relación a los nuevos migrantes que diaramente llegan del interior del país, y exige de ellos un cambio radical de comportamiento, para no quedar al margen de los beneficios de su propio desarrollo.

Urbanismo

El desarrollo urbano de Cobija ha estado, desde su fundación, fuertemente ligado a la intervención de la administración estatal. Fué el general José Manuel Pando, como Delegado Nacional en el Territorio de Colonias, quien decidió fundar una ciudad en el lugar correspondiente a la Barraca Bahía, donde se había librado la batalla decisiva que consolidó la posesión boliviana de la región meridional de la selva amazónica.

En febrero de 1906, el coronel Enrique Fernández Cornejo, cumplió la orden del ex-presidente, muy clara en cuanto al modelo urbano a adoptarse. Se reservó para el Estado una área de poco más de 300 metros de lado, en la zona más elevada y próxima al puerto de la antigua Barraca. En principio, se trazó una cuadrícula regular constituída por manzanos de 48x48m, cada uno subdividido en cuatro lotes de 24x24m. Igualmente, se reservó importantes lotes para Nicolás Suárez como propietario original.

En 1908, las limitaciones propias de lotes tan reducidos, llevó a las autoridades a cerrar algunas calles para ampliar los manzanos ya abiertos, modificando el trazado urbano original. Ese mismo año se cambió el nombre del pueblo, llamándolo Cobija, en honor al puerto perdido en el Pacífico. Es probable que en este período el terreno reservado para el Estado se dividiera en seis manzanos con las dimensiones previstas por Pando.

En el plano de 1909 que encontramos en la Biblioteca de la Universidad de Pittsburgh, ya se anticipa el rol fundamental del crecimiento urbano que habría de desempeñar el antiguo camino a Porvenir, hacia el sur. En esta vía la Casa Suárez tenía sus mayores posesiones, y con el tiempo, se convirtió en la principal avenida, hoy denominada “9 de febrero”. Al establecer una diagonal en relación al trazado cuadriculado original, la vía obstaculizó la continuidad de éste. Esta situación se consolidó cuando se abrió circunstancialmente una segunda vía diagonal, paralela a la primera.

La creación de Pando como el noveno departamento en 1938 y la designación de Cobija como su capital un año después, consolida la aplicación de un modelo de masiva intervención pública en la comunidad. Es durante estos años, cuando el coronel Félix Tejada inicia las obras paisajísticas que habrían de contribuir positivamente en la redefinición de la imagen urbana. Se importa y planta sistemáticamente las palmeras reales del Paseo Junín y la Plaza Germán Bush. Posteriormente, se continuaría la obra paisajística con la Plaza Potosí.

El Paseo Junín, hoy Avenida Nicolás Suárez, está constituído por dos hileras de esbeltas palmeras que alcanzan los 30 metros. Estas flanquean majestuosamente una larga escalinata, marcando el ingreso peatonal a la ciudad desde el puerto. Sin duda, este conjunto urbano se constituye en una de las más exitosas experiencias paisajísticas realizadas en Bolivia.

La importancia del transporte aéreo en la frágil y desvinculada economía regional determinó que la construcción de la pista de aterrizaje en los años ’40, consolide definitivamente a la Avenida 9 de Febrero como eje articulador de la ciudad. El Hospital Civil Militar se construye cerca de ella, así como el Estadio Deportivo y la Corporación Boliviana de Fomento, hoy demolida.

En los años ’70, en la misma avenida se levantó dos grandes centros escolares y entre 1978-82 se erigió la monumental sede de la ex-Corporación de Desarrollo de Pando, CORDEPANDO. Naturalmente, el sector privado ha contribuído al fortalecimiento de la vía con sus propias inversiones, como el nuevo Mercado.

El boom económico que se inicia a mediados de la década de los ’80, terminó ocupando zonas baldías y bajas como Mapajo y otras áreas adyacentes al arroyo Bahía. Antes se había construído un puente internacional sobre el arroyo Bahía, para llegar al poblado brasileño de Brasiléia. Al conectarse la Avenida Internacional, que parte del puente, con la Avenida 9 de Febrero, en realidad se estaba reorientando la expansión de la ciudad hacia el este. Sin embargo, las áreas adyacentes fueron rápidamente ocupadas en pocos años, perdiéndose el efecto inicial.

La extraordinaria expansión del área urbanizada obligó a superar la barrera impuesta por el viejo aeropuerto, ahora destinado a Centro Cívico Administrativo. Durante el proceso se han consolidado trazados circunstanciales, promovidos a veces por inversiones estatales en vivienda popular, y en otras ocasiones, por loteamientos clandestinos. El trazado urbano definitivamente ha perdido homogeneidad y se presenta caótico, salvo por la constancia de la antigua vía a Porvenir como eje articulador urbano.

La ciudad ha incrementado su área urbana al menos seis veces en los últimos 15 años, aunque la población sólo se incrementó tres veces en el mismo lapso de tiempo. Esta diferencia se debe al buen número de lotes baldíos insertos en la mancha urbana, que son mantenidos en reserva por los propietarios, en una actitud común a varias otras ciudades bolivianas.

El proceso de expansión física de la ciudad enfrenta limitaciones en tres sectores, dos de ellos infranqueables por tratarse de límites internacionales. El centro histórico ha quedado en el extremo norte de la mancha urbana, que está limitada por las aguas limítrofes del Acre hacia el norte y el Arroyo Bahía hacia el este. Hacia el oeste, el vasto terreno del nuevo aeropuerto internacional con su franja de tres kilómetros, establece el tercer límite. Curiosamente, Cobija se ha convertido en un centro urbano de expansión lineal, orientado por su histórica vía a Porvenir.

La infraestructura y el equipamiento urbanos se limitan básicamente a las áreas ocupadas hasta 1980, quedando la mayor parte de la ciudad desatendida de los servicios elementales como agua potable y energía eléctrica. Aunque el equipamiento urbano todavía satisface las necesidades en educación y salud principalmente, su ubicación en el sector tradicional terminará afectando su eficiencia mientras continúe la expansión de la mancha urbana.

Mientras los nuevos barrios se caracterizan por una baja densidad física y poblacional, el área central es relativamente densa en ambos sentidos. Igualmente, mientras las nuevas zonas presentan una arquitectura variada que conforma una imagen urbana dispersa, en el área central se reconocen conjuntos relativamente homogéneos de ejemplos tipológicos coloniales, que determinan una imagen urbana cualitativamente significativa.

El diseño urbano histórico del área central presenta cualidades espaciales excepcionales. Las reducidas dimensiones de las dos plazas centrales y la regularidad de la línea de construcción en la zona central, contribuyen a crear un entorno urbano de escala peatonal, único en el contexto nacional.

Además de la topografía ondulante y la exhuberancia del paisaje, el contraste entre la trama ortogonal inicial y las vías diagonales hacia el sur configuran un entorno urbano dinámico y sorprendente. Estas características singulares determinan una imagen urbana singular, que fortalece el sentido de pertenencia de la colectividad.

Arquitectura

Como cualquier grupo social dinámico, los cobijeños han estructurado su hábitat en coincidencia natural con los modelos culturales que les han sido más próximos históricamente. Durante décadas, la carencia de un intercambio cultural y económico sistemático con el resto de la República determinó la adopción temprana de tipologías arquitectónicas extranjeras en desmedro de aquellas comunes a diferentes regiones del país. Finalmente, el largo proceso de incorporación de la región a la superestructura nacional ha terminado imponiendo en la región la interpretación popular boliviana del Movimiento Moderno arquitectónico.

A partir de una conceptualización tipológica globalizadora, que integra bajo el concepto de “tipología arquitectónica” la interpretación morfológica, funcional y tecnológica de las edificaciones urbanas, se reconoce en Cobija siete tipologías arquitectónicas históricamente relevantes.

Varios documentos permiten afirmar que existió un antecedente tipológico común, correspondiente a las primeras viviendas de la Barraca Bahía. Estas respondían a una tradición iniciada desde mediados del siglo XIX que se fundamentaba en la vivienda rural del oriente boliviano, desde donde provenía la mayor parte de los primeros inmigrantes. La barracas gomeras estaban constituídas por galpones llamados barracones, donde los siringueros vivían durante el período productivo. Eran de planta rectangular, con una sola habitación, construída con troncos rollizos y de cubiertas de pendiente pronunciada, a dos aguas hechas con hojas de palmera trenzada. Esta tipología, parecida al “pahuichi” cruceño, desapareció apenas fundada la ciudad, reemplazada por otras tipologías.

Tipología 1: Volúmen con mojinete

Esta tipología se convirtió en el modelo predominante de Cobija durante el período colonial. Tanto en forma aislada como formando conjuntos, este modelo se constituye en la referencia mayor de identidad cultural para los habitantes de Cobija. Es el factor diferenciador por excelencia de su arquitectura, y al mismo tiempo, determinó la conformación de una imagen urbana también diferenciada en el contexto nacional.

Básicamente, la tipología se reduce a un volúmen de planta rectangular, con cubierta a dos aguas con hastial o mojinete en los dos frentes menores. Funcionalmente, es una solución monoambiental con ingresos coincidentes con su eje mayor. Tecnológicamente, se resuelve con estructura completamente maderera, cubierta con chapa galvanizada ondulada (calamina metálica). Normalmente, los volúmenes se agregan perpendiculares a la vereda, quedando los mojinetes enfrentando la calle y el fondo del lote. Esto configura un perfil urbano característicamente recortado.

Mientras en Brasil la aplicación del modelo se manifestó normalmente en base a viviendas aisladas-es decir, sin relación lateral entre ellas; en Cobija, las viviendas se construyeron lado a lado, configurando espacios urbanos claramente delimitados. Aparentemente, la fuerte tradición urbana heredada de la conquista española influyó en el establecimiento de esta diferencia urbanísticamente significativa, frente a una tradición lusitana menos urbanizada.

La relativamente reducida inversión total realizada en una vivienda prefabricada ya montada, justificó la incorporación masiva del modelo en toda la región amazónica con ligeras variantes. Las principales firmas gomeras y comerciales destinaban estas viviendas urbanas para sus propietarios y los funcionarios europeos que contrataban para administrar su producción y mantener su maquinaria.

La mayor parte de estas viviendas se resuelve en un solo nivel con una habitación. La existencia actual de mamparas móviles y paños colgantes sugiere que éstos se utilizaron para separar ambientes. Asimismo, la existencia de aparatos de cocina de hierro forjado, que permitían el uso de leña sin riesgos en interiores de madera, no exigió en principio la construcción de cuartos de cocina.

Aunque la cantidad de viviendas de dos plantas es ahora reducido, existen documentos que demuestran que su número era significativamente mayor hacia 1947, cuando un incendio destruyó un importante sector de la ciudad.

Estas viviendas de dos niveles, cuentan con escaleras que pueden estar incluídas en el volúmen, o son exteriores, sea hacia el fondo del lote, o laterales. El segundo nivel normalmente contempla dos habitaciones, separadas por una mampara hasta la base del mojinete.

Una armazón de madera resuelve completamente el volúmen, incluyendo en muchos casos el piso, aunque este también se limitaba a tierra apisonada. Las columnas son de 14x14cm en los cantos y el centro del volúmen, mientras que las columnas de entrepaños y del lado de los mojinetes, son de 7,5x7,5cm. Las piezas de arrioste son de 6,3x6,3cm, mientras que las tijeras de cubierta se arman con vigas de 7,5x7,5cm y listones de 6,3x7,5cm. La cobertura es de chapa galvanizada ondulada, que algunas veces está protegida con una camada de hojas de palmera entrelazada, sin duda colocada para aminorar el efecto térmico en el interior. El cerramiento perimetral está constituído por piezas de madera machihembrada, colocadas verticalmente. En los casos donde las viviendas se construyeron lado a lado, éstas comparten la armazón y evitan el doble cerramiento , mientras que en la unión lateral se coloca una pieza de chapa galvanizada a modo de canaleta.

Esta tipología presenta entre uno y cuatro ingresos desde la calle. La solución de las elevaciones hacia la calle coinciden con las del fondo del lote. Existen soluciones variadas, tanto en las viviendas de una planta, como en las de dos. En las viviendas de un solo cuerpo hay cuatro, tres y dos vanos. Cuando son cuatro, todas son puertas. Si son tres, puede ser que todos los vanos sean puertas, o una puerta centralizada flanqueada por dos ventanas. Cuando son dos, ambos vanos pueden ser puertas, o una puerta con ventana.

En las soluciones de dos plantas se presentan normalmente incongruencias entre el primer cuerpo y el segundo. En dos casos, los dos ingresos de la planta inferior están superpuestos por tres vanos arriba, uno de ellos con balcón en ligero voladizo, centralizado entre dos ventanas. En otro caso, cuatro vanos inferiores están rematados con tres vanos. Sólo se identificó un caso donde coinciden los vanos superiores e inferiores.

Las elevaciones del mojinete definen la morfología general. Las puertas y ventanas presentan diseños standarizados, con dos paños pivotantes, que en los casos del segundo nivel son acristalados. Es muy común el sobredintel acristalado, que a veces presenta formas ojivales con entrelazamientos propios de la arquitectura victoriana. Los

Tipología 2: Volúmen lateralizado

Esta tipología presenta también obras públicas y residencias. Coincide históricamente con la anterior, y de hecho, ambas responden a una morfología dominada por una decoración de corte victoriano. Sin embargo, entre ésta y la primera existen algunas diferencias significativas.

El enfrentamiento con la calle es radicalmente distinto al caso anterior, ya que ésta tipología resuelve el volúmen lateralmente sobre la calle, evitando el mojinete. Condicionado por la solución, el volúmen se abre en vanos laterales, cuyo ritmo define fuertemente su morfología. En ésta tipología se reconoce el uso de dos tecnologías diferenciadas: la maderera y el muro portante de adobe.

La mayor parte de los ejemplos identificados tienen uso residencial, comercial o mixto; y presentan soluciones de una planta. Existe un ejemplo maderero de dos plantas, precisamente en frente de la plaza principal, el cual presenta una esquina en ochave.

Entre las obras públicas que responden a esta tipología se encuentra la Aduana Nacional, construída en 1919 en adobe. Esta edificación presenta una solución en esquina ochavada y cubierta doble, con claristorio central. La solución de planta no coincide con la volumetría, ya que el salón de recepción se desarrolla hacia un lado del cuerpo, sin coincidir con el octógono y su claristorio. Una solución muy similar correspondió al ya demolido Casino Militar, cuyo ingreso también ochavado estaba rematado con un techo curvado. Otra obra pública es la Escuela “Juana Azurduy de Padilla”, que cuenta con ingreso ochavado y patio interior con galerías.

Tipología 3: Volúmen con mojinete centralizado

Esta tipología histórica se vincula directamente con las dos anteriores y puede decirse que se trata de una síntesis de ambas. Consiste básicamente en volúmenes enfrentados hacia la calle paralelamente a su eje mayor, en cuyo centro o extremos se ubica simétricamente uno o tres mojinetes. Resta solamente un ejemplo en pie de esta tipología: el ya ruinoso Hospital Civil-Militar “Dr. Roberto Galindo”, que no se encuentra en el Centro Histórico, y que además presenta galerías exteriores.

Hasta antes de sufrir importantes reformas, la sede delegacional o Chalet “Yotala” era el más extraordinario edificio victoriano de Cobija y fué construido en 1918, completamente en madera. Con menos delicadeza, la sede prefectural de los años ’40 intentó repetir su antecedente directo. El actual Palacio Municipal, construido en 1966, remeda la solución.

Tipología 4: Volúmen con galerías exteriores

Aunque Nicolás Suárez era cruceño, y la mayor parte de los siringueros provenía del oriente boliviano, la arquitectura con galerías exteriores hacia la calle no logró asimilarse en Cobija. Sólo tres ejemplos históricos existen actualmente, resueltos con tecnología diferenciada; dos son obras de uso público y otra es una residencia.

La Casa Suárez, residencia y sede comercial del propietario original de Bahía, es hoy la escuela parroquial Maryknoll. Debió construirse antes de 1920, al corresponder sus vanos con aquellos de las viviendas madereras de ese período. Se trata de una solución de planta en L, con galerías exteriores e interiores. Los corredores exteriores alcanzan a tres calles, y su reducido ancho en realidad más parece un mecanismo de protección de sus paredes de adobe, que un espacio vivencial como en el oriente. La cubierta está resuelta con estructura de madera y teja cerámica, presentando una sutil reducción de la pendiente al pasar el faldón central a la galería. El segundo ejemplo lo constituye una vivienda maderera en esquina que tecnológicamente se inscribe en los moldes de los dos modelos anteriores. Sus corredores exteriores se resuelven con columnas de madera prefabricadas. El tercer ejemplo es el ya demolido Mercado Municipal, construído en los años ’50; que era una obra con corredores cubiertos en todos sus lados.

El uso de la galería exterior se ha limitado a algunos ejemplos contemporáneos, sin mayor repercusión urbana. Tal es el caso del pórtico balconado del actual edificio municipal y un grupo de viviendas de la Avenida 9 de Febrero. Algunas residencias presentan corredores cubiertos hacia el interior de sus lotes, sin llegar a conformar una invariante tipológica.

Tipología 5: Volúmen con elevación ecléctica

Esta tipología, hoy exclusivamente pública, también incluyó obras residenciales en el pasado. Consiste en volúmenes convencionales en madera o adobe y cubierta de calamina, adornados con elevaciones de adobe con decoración ecléctica. Actualmente, sólo restan la Iglesia de “Nuestra Señora del Pilar” y el Cuartel Militar del Regimiento “Riosinho”.

El Cuartel Militar fué inaugurado en 1925, coincidiendo con el Centenario de la República. Se trata de una obra monumental resuelta a patio central, con habitaciones en hilera. La estructura de adobe está cubierta con chapa galvanizada. Un amplio ochave en una esquina del cuadrilátero permite el desarrollo destacado de una torre de observación, con tratamiento neorrománico, que ha sido ligeramente alterado.

Inaugurado en 1930, el templo principal de Cobija fué ampliado en 1977. La solución original contemplaba una nave salón con espadaña de adobe adornada con motivos neogóticos. La ampliación convirtió la nave original en transepto, mientras que la nueva nave se aproximaba a una esquina de la plaza principal. Esta ampliación reprodujo fielmente la espadaña original, detrás de una plazuela a modo de atrio. El volúmen está dominado por galerías exteriores de columnas de madera esbeltas y cubierta de chapa galvanizada.

Una fotografía de los años ’30 muestra una residencia de tecnología maderera, adornada con un frontis de adobe curiosamente decorado con motivos vinculados al Art Nouveau que recuerdan vagamente el Teatro Amazonas de Manaus, Brasil. Lamentablemente, esta obra única, que por algún tiempo albergó el consulado brasileño, ya no existe.

Tipología 6: Volúmen con balcón en voladizo

Esta tipología fué levantada en Cobija por inmigrantes paceños, quienes, al igual que sus compatriotas cruceños y benianos, tampoco pudieron imponer sus propios modelos residenciales en la Amazonia boliviana. Así, se limitaron a construir algunas edificaciones, de las que restan dos ejemplos que permiten reconocer el modelo colonial andino. En ambos casos se trata de edificaciones construídas en lotes de esquina y de dos plantas.

En el primer caso el balcón gira levemente en la esquina ochavada, mientras que en el segundo, el balcón coincide con un frente de calle. Los pasamanos varían en diseño, siendo balaustrado el primero y reticulado el segundo. Ambos ejemplos son tardíos, datando el primero de los años ’40, y el segundo, de los años ’50, respectivamente.

Tipología 7: Volúmen aislado

Esta tipología coincide mayormente con las nuevas obras públicas y privadas, Entre las obras públicas que pueden considerarse históricas se tiene la ex-Usina Eléctrica, construída en adobe en base a una solución ecléctica tardía. Luego de un buen trabajo de restauración hoy se ha convertido en la Casa de la Cultura, albergando el Museo Histórico Amazónico, la Biblioteca Municipal y el Centro Popular de Internet.

La actual Universidad Amazónica de Pando, ex-sede del Banco Central de Bolivia, obra edificada en base a un proyecto del arquitecto Ivika Krsul, entre 1952 y 1955, se constituye en una obra destacada del Movimiento Moderno en Bolivia. Se prolonga a dos calles, enfrentado a la Plaza "Potosí", combinando galerías exteriores con volúmenes macizos. El criterio funcionalista de la obra es todavía fácilmente reconocible, aunque algunas intervenciones recientes han afectado su claridad arquitectónica.

Luego de la paradigmática obra de Krsul, se construyó en 1966 el nuevo edificio de la Municipalidad, cuyo frontón anticipa excepcionalmente la moda posmodernista de los años '80 en el resto del país. A principios de los '70 se inauguran la Prefectura y la Corte Superior de Distrito. Mientras la Prefectura incorpora parasoles verticales, y la sede judicial valora los grandes voladizos, ambos renuncian a la estética maderera y a las tipologías tradicionales de Cobija.

La misma actitud se reconoce en obras más contemporáneas, como el recientemente renovado Coliseo Departamental, la sede del Correo, la terminal del nuevo aeropuerto, el Hospital Japonés y el nuevo Mercado. Aparentemente, el espíritu aislacionista de las corrientes conservadoras del Movimiento Moderno en arquitectura, todavía permanece vigente en Cobija. Al respecto, sale de la corriente la nueva sede de la Contraloría Departamental, cuyo espíritu más posmoderno se integra mejor a la ciudad. Lo mismo puede decirse del megalómano Palacio de Justicia, todavía en construcción.

Aparentemente, una nueva tendencia regional se está gestando, gracias al trabajo ambientalmente consciente de Arturo Malala, quien está construyendo viviendas con materiales de la región. La nueva propuesta estética y tecnológica presenta un carácter más "amazónico" y recuerda el trabajo maderero del arquitecto brasileño Severiano Mario Porto. Su propia vivienda es un excelente ejemplo de adaptación tecnológica y expresividad regional, comprometida con la naturaleza y la cultura amazónica. Un ejemplo curioso que se enmarca en la misma acitud regional es la “casa de Tarzán”, construída paulatinamente por un abogado, utilizando materiales de desecho y logrando una expresividad notable.

La arquitectura, entendida como la máxima expresión material de una cultura, encuentra en Cobija una expresividad única en Bolivia. Desprovista de obras monumentales, las calles de la ciudad permiten reconocer sus diferentes etapas históricas . La simplicidad de sus tipologías arquitectónicas no impide que éstas resulten altamente significativas para quienes viven su urbanidad, reforzando su sentido de identidad colectiva.

Conclusiones

A partir de la investigación realizada, se identificó que en la ciudad de Cobija existe una serie singular de obras arquitectónicas que se constituye en marco de referencia común para la identidad colectiva.

El área central presenta cualidades espaciales urbanas particulares, como consecuencia de un tejido de escala reducida y una masa edilicia compacta. De hecho, se ha mantenido conjuntos compactos de tipologías históricamente relevantes, que fortalecen el sentido referencial histórico de la arquitectura.

Es importante destacar que existe un tratamiento paisajístico interesante, fundamentado en grandes palmeras reales, ordenadas en base a líneas de perspectivas y aprovechando los accidentes topográficos urbanos. En este sentido, se reconoce una singular interacción entre el hecho arquitectónico, el urbano y el paisajístico, conformando una imagen urbana global única en Bolivia.

Finalmente, el proceso de reemplazo de sus tipologías históricas, que entró en una fase agresiva en la última década, ha puesto en riesgo la preservación de la imagen urbana identificatoria. El deterioro natural de las viviendas de principios de siglo, y la falta de concientización sobre el valor simbólico de las mismas, contribuyen al proceso.

Por lo mencionado, resulta evidente que las autoridades de la ciudad de Cobija deben preocuparse por salvar lo que resta de su patrimonio. Es imperativo iniciar inmediatamente el proceso de elaboración de un Reglamento de Centro Histórico que primero defina el área urbana que se constituye en Centro Histórico, estableciendo políticas específicas de preservación e intervención en el patrimonio urbano, arquitectónico y paisajístico. Segundo, identifique las obras arquitectónicas de valor patrimonial, justificando su preservación, sea como obras aisladas o como conjuntos urbanos. Tercero, Identifique los espacios urbanos y conjuntos paisajísticos de valor patrimonial, justificando su preservación. Cuarto, establezca el grado y tipo de protección que afectará las obras arquitectónicas, los conjuntos urbanos y conjuntos paisajísticos considerados significativos y de valor patrimonial. Sexto, identifique y establezca instrumentos legales, administrativos y financieros necesarios para efectivizar las políticas de preservación del patrimonio identificado.

Cobija, con su exclusiva personalidad arquitectónica, su peculiaridad urbanística y su excepcional belleza paisajística, es la ciudad boliviana de carácter urbano más independiente. Valorar y preservar aquello que la hace única y especial, es de interés no solo de los pandinos, sino de todos los bolivianos.

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sobre el autor

Victor Hugo Limpias Ortiz es arquitecto, Master de Arquitectura, Docente de “Arquitectura Boliviana” y “Arquitectura Contemporánea”, Decano del Facultad de Arquitectura y Urbanismo / Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra, UPSA.

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