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architexts ISSN 1809-6298

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english
The modest heritage shapes the everyday landscape of the cities. From the analysis of housing and urban processes of Tandil and Mar del Plata, it is expected to inquire into their characteristic values to reflect on their preservation

español
El patrimonio modesto conforma el paisaje cotidiano de las ciudades. Desde el análisis de las viviendas y los procesos urbanos de Tandil y Mar del Plata, se indagan sus valores característicos para reflexionar sobre su preservación


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SÁNCHEZ, Lorena Marina; CACOPARDO, Fernando Alfonso. Tandil y Mar del Plata. Dos historias, dos ciudades, dos tipos de patrimonio modesto. Arquitextos, São Paulo, año 12, n. 144.03, Vitruvius, mayo 2012 <https://vitruvius.com.br/revistas/read/arquitextos/12.144/4342>.

Introducción

El patrimonio modesto forma parte de la cotidianeidad de las ciudades y les confiere gran parte de su identidad. En términos conceptuales, este patrimonio puede definirse como el conjunto de aquellos bienes urbanos característicos de cada urbe, principalmente las viviendas de pequeña y mediana escala que constituyen tejidos concentrados y/o dispersos, destinados a clases sociales medias y realizados por constructores, idóneos y en menor medida profesionales, utilizando técnicas y tecnologías principalmente post-industriales. (1) Desde la ampliación del corpus patrimonial acontecida a partir de la segunda mitad del siglo XX, el patrimonio modesto ocupa un lugar de debate en numerosos escenarios culturales. Su vigencia radica en sus valores, sedimentados a través de los procesos de génesis y supervivencia de las viviendas dentro de cada desarrollo urbano, donde la sociedad resulta  relevante desde su accionar histórico.

Las investigaciones sobre la producción de la vivienda se han centrado fundamentalmente en las prácticas profesionales, institucionales y estatales. Los mayores interrogantes residen en la producción no necesariamente profesional del espacio doméstico durante la primera mitad del siglo XX. Asimismo, los avances forjados han constituido aportes para su comprensión como un patrimonio especial donde las diferentes prácticas materiales y simbólicas resultan relevantes. (2)

Estas prácticas, a su vez, se han centrado en períodos históricos precisos en los que se ha desarrollado su apogeo de acuerdo a cada territorio específico. El territorio se comprende, así, como un espacio de acción privilegiado y no como un mero receptor de los acontecimientos. (3)

Por ello, a partir de este enfoque es posible acceder a una comprensión más profunda sobre los diversos valores de los bienes. Cabe recordar que los valores constituyen entidades ideales que se corporizan en determinados artefactos o situaciones. La asignación de valores, por ende, es dinámica y depende de los paradigmas y las necesidades culturales. Las personas son las verdaderas protagonistas en la valoración patrimonial, más aún en relación con el patrimonio doméstico en análisis: “Los edificios y sitios son objetos materiales portadores de un mensaje o argumento cuya validez, en un marco de contexto social y cultural determinado y de su comprensión y aceptación por parte de la comunidad, los convierte en patrimonio”. (4)

En Argentina, las ciudades intermedias se presentan como campos de exploración privilegiados para el estudio del patrimonio modesto. Estas ciudades, también denominadas Aglomeraciones de Tamaño Intermedio (ATIs), conforman los principales centros de crecimiento y dinamismo socioeconómico que permiten enriquecer la complejidad del análisis. (5) Entre las condiciones que las definen, se subrayan las crecientes dinámicas poblacionales (entre 50.000 y 1.000.000 de habitantes, llamadas ATIs menores cuando alcanzan los 400.000 habitantes y ATIs mayores cuando los superan) y consecuentemente, socioeconómicas. De esta forma, proponen un desafío mayor para la preservación de los bienes domésticos propios de cada ciudad. La especulación inmobiliaria, el turismo descontrolado y la rápida sustitución de los bienes heredados, constituyen una situación usual en estos ámbitos urbanos.

En la provincia de Buenos Aires, las ciudades han sido palimpsestos donde han acontecido destacados episodios de la historia argentina, ofreciendo un heterogéneo y multicultural escenario de investigación. Específicamente al sur del río Salado se presenta una diversidad histórica, social y arquitectónica-urbana particular en relación con las diferentes características mediterráneas o costeras de las ciudades. Así, Tandil en el primer caso (ATI menor) y Mar del Plata en el segundo (ATI mayor), resultan incipientes territorios de reflexión de acuerdo a la vocación de desarrollo iniciada desde sus fundaciones y los procesos acontecidos hasta mediados del siglo XX.

Mar del Plata y Tandil en la provincia de Buenos Aires
Composición de los autores sobre figura del Centro de Investigaciones Ambientales-UNMdP

En este camino, el objetivo del artículo consiste en comenzar a develar el trasfondo de los valores de los bienes desde el análisis de las viviendas y los procesos urbanos. A partir de un acercamiento principalmente cualitativo, con el aporte de datos cuantitativos, se espera complejizar las reflexiones sobre el desarrollo de estrategias diferenciales de preservación de acuerdo a cada tipo de patrimonio modesto característico en cada ciudad. 

Tandil: sierras y casas “chorizo”

A menos de 200 km. de Mar del Plata y a poco más de 350 km. de Buenos Aires, la ciudad de Tandil es la cabecera del Partido que lleva el mismo nombre. Se encuentra emplazada en la zona pampeana argentina, dentro del sistema serrano de Tandilia, presentando un paisaje dominado por las sierras.

Tandil en la provincia de Buenos Aires y vista de su paisaje urbano
Composición de los autores en base a la Imagen 1 y foto panorámica

En sus orígenes el territorio estaba poblado por aborígenes. Desde 1823 con la implantación del Fuerte Independencia, enmarcado por los arroyos Blanco al Oeste y Del Fuerte al Este –hoy entubados-, se inició el actual desarrollo de la ciudad. En vías de impedir el paso de los malones a la región y proteger a las nuevas tierras ganaderas al sur del río Salado, el General Martín Rodríguez fundó el primer asentamiento con aproximadamente 400 hombres. Esta zona de frontera creció lentamente a través de la población del Fuerte con su tropa y familias, junto a algunos comerciantes y labradores, en paralelo con estancias campestres asentadas en tierras estatales obtenidas en enfiteusis (cesión en arriendo de tierras, en forma perpetua o por largo tiempo, mediante el pago de un canon). Ya desde este comienzo se registraron extranjeros como españoles, ingleses y otras nacionalidades de lo más diversas. Sobre 1850 se vislumbrará un poblado más estable, independiente del Fuerte, que consolidará sus bases posteriormente a la temible campaña de erradicación aborigen del General Roca, en 1879. Durante este proceso, en 1865 aún existían ruinas de la antigua fortaleza Independencia, las que fueron demolidas. Esos terrenos se destinaron a edificios públicos y a la plaza que lleva su nombre desde 1880. Con el avance del tiempo y el desarrollo socioeconómico, Tandil se constituyó en un relevante receptor de extranjeros donde se destacaron españoles e italianos, con decrecimientos y vaivenes inmigratorios a lo largo de su historia.

En esta incipiente estructura social, económica y política, las sierras se convirtieron en la indeleble marca tandilense. Desde el bucólico paisaje serrano y el atractivo de la “piedra movediza”, hasta el auge y la decadencia de las canteras de extracción entre fines del siglo XIX y 1930, se marcó la vocación turística e industrial que signa a la ciudad hasta el día de hoy. La llegada del tren en 1883 potenció las posibilidades laborales y el crecimiento de  nuevas actividades, como sería la industria metalúrgica. Asimismo, en estos comienzos se desarrollaron los edificios más imponentes, como el Palacio Municipal, el Palace Hotel y el Banco Hipotecario. De esta forma, entre fines del siglo XIX y mediados del siglo XX, Tandil fue generando su autonomía en forma asociada a los procesos sociopolíticos y económicos que acontecían en Argentina. Su naturaleza mediterránea con una particular perspectiva serrana y su origen como fortín de frontera, guiaron su crecimiento. 

En este proceso, el paisaje urbano se gestó en el marco de un trazado ortogonal orientado de acuerdo al Fuerte Independencia, con un ulterior giro en el territorio circundante. Los registros planimétricos dan cuenta de diferentes transiciones desde la fundación en 1823, cuando el entonces pueblo carecía de una traza regular y las primeras construcciones se dispersaban aleatoriamente alrededor del Fuerte. Un informe de 1849 describe un primigenio trazado y en 1858 se fecha el conocido plano levantado por Fugl y copiado y firmado por Taylor. Allí consta el amanzanamiento que llegará hasta la actualidad, con dimensiones irregulares en relación con los ejes verticales y horizontales referidos al espacio ocupado por el Fuerte. De esta forma, es posible distinguir manzanas más pequeñas en relación con el lado más angosto de su perímetro, junto a manzanas más grandes en relación con el eje transversal marcado por el espacio libre donde se ubicará, posteriormente, la actual plaza Independencia. En 1865-66 se delinea oficialmente el “Plano del pueblo de Tandil y sus chacras”, cuyo autor es Carlos de Chapeaurouge. Este plano resulta el primero realizado en forma profesional y puede observarse un trazado completo sobre el ámbito del Fuerte, así como la extensión de la cuadrícula junto a una indefinición parcelaria. En esta extensión se distingue un giro en la traza, sobre el cual existen varias hipótesis y pocas certezas. La explicación más cercana a una respuesta, considera que la orientación de la traza original no coincidía con los nuevos criterios basados en las condiciones climáticas y geográficas (orientación solar, caídas de las aguas, vientos), por lo que resultaba necesaria la rotación realizada. (6)

Plano de Tandil 1858 definido por Fugl y Taylor
FONTANA, Osvaldo. Tandil en la Historia. Tandil, Vitullo, Vistalli & Cía., 1947, fig. 17

Plano de Tandil de 1865-66 definido por Chapeaurouge
Archivo de Investigación Histórica y Cartográfica, Dirección de Geodesia, Buenos Aires

Dentro de este trazado se desarrollaron diversas formas de tejido urbano. Entre ellas se destacó un tipo de vivienda que definirá el perfil urbano tandilense hasta la actualidad: las casas “chorizo”. Su definición genérica describe a una “Vivienda de amplia utilización en Argentina desde el siglo XVIII hasta las primeras décadas del siglo XX. Se trata de una modalidad de casas de patios, generada a partir de un esquema tripartito: una hilera de habitaciones seguida de una circulación en galería y un espacio abierto. En general, ocupa un lote angosto y alargado, característico de la subdivisión de la tierra en las ciudades argentinas, de allí su denominación de “chorizo”. (7) Así, la palabra “chorizo” deriva de la idea de una sucesión de cuartos que alude a la ristra de embutidos que se consumen en los típicos asados argentinos. Esta hilera de habitaciones con una inicial independencia funcional a la que se ingresaba por el zaguán lateral –cuarto intermedio de ingreso a las dependencias principales-, permitía una construcción progresiva que facilitaba el acceso a la vivienda propia o bien, proporcionaba una cierta celeridad en el desarrollo de edificaciones para renta. (8)

Casas “chorizo” tandilenses (calle 14 de Julio 60-64, foto de 1938, finalizada en 1916/ calle Arana 1140, foto de 2011, obra s/f de finalización)
Catastro Parcelario Urbano del Archivo Histórico municipal y foto de los autores

Casa “chorizo” tandilense (calle Rodríguez 329, plano 1954 y fachada actual)
Expediente de Obras Privadas de la Municipalidad de Tandil y foto de los autores

En este sentido es menester mencionar que la estructura parcelaria urbana tandilense, originalmente amplia, fue progresivamente subdividida en unidades mínimas hasta alcanzar frentes de 8,66 metros de ancho por fondos que pueden extenderse hasta los casi 130 metros, por lo que sería posible suponer que las casas “chorizo” encontrarían un marco ideal para su desarrollo lineal. Si bien esta disposición del lote más largo que ancho fue propicia para el avance de esta tipología, de acuerdo a los relevamientos planimétricos realizados junto a la práctica de construir hasta los fondos de los terrenos, más que largas casas “chorizo” se observa una mayor ocupación longitudinal con dos o tres casas, dispuestas como “chorizo” o bien, con diferentes combinaciones. (9)  

Estas viviendas progresaron a través del trabajo de la inmigración italiana que arribó a Tandil desde principios del siglo XX, en muchos casos atraída por el trabajo de la piedra: “…talentosas y artesanales manos brindaron su conocimiento en la construcción. (…) Levantaron con sus manos o sus ideas una parte importante del diseño arquitectónico, cuando los ingenieros y los arquitectos todavía no estaban tan en boga y eran las “cucharas mayores” o los maestros mayores de obras, los nobles encargados de concretar los sueños vecinales”. (10) Las firmas italianas de los idóneos o constructores que figuran en muchos de los planos de las casas “chorizo”, atestiguan esta especial participación. (11)

Cuando las secuelas de la crisis del ´30 afectaron la extracción de piedras y el hormigón comenzó a reemplazarlas, muchos de estos trabajadores se interesaron en la demanda de mano de obra surgida en la ciudad de Mar del Plata en relación con el tratamiento de la piedra “Mar del Plata” característica de los frentes de los chalets. (12) Asimismo, las nuevas tendencias arquitectónicas de corte moderno –donde se imbricaron cuestiones higienistas junto a la implementación de nuevas tecnologías asociadas al hogar-, fueron opacando el uso de las casas “chorizo” para dar lugar a otras tipologías. Aún así, este declive fue paulatino y se continuaron aggiornando las viviendas “chorizo” existentes y construyendo híbridos que dan cuenta de los procesos históricos sucesivos.

Actualmente, la impronta de las casas “chorizo” y sus variados rasgos estilísticos desplegados en las fachadas, componen el patrimonio modesto que aún hoy identifica el paisaje urbano tandilense. La supervivencia de estas viviendas nos revela un conjunto de valores donde pueden desgranarse las relaciones sociales, espaciales y territoriales desde la historia pasada y presente. Valores ambientales en tanto constituyen un paisaje construido entrelazado con la presencia serrana que prevalece en la lectura urbana local, valores histórico-sociales de acuerdo a los diferentes procesos que forjaron su existencia en el tiempo y valores artístico-arquitectónicos debido a la procreación de un tipo de vivienda con un diseño particular donde la planta y la fachada lineal constituyen su principal cuantía.

Mar del Plata: mar y chalets “estilo Mar del Plata”

A menos de 200 km. de Tandil y a poco más de 400 km. de Buenos Aires, la ciudad de Mar del Plata es la cabecera del Partido de General Pueyrredon. Se encuentra emplazada en la zona pampeana argentina, sobre el borde costero atlántico. Presenta un paisaje dominado por el mar y enriquecido por lomas pequeñas, lagunas y sierras que forman parte del sistema orográfico de Tandilia.

Mar del Plata en la provincia de Buenos Aires y vista de su paisaje urbano
Composición de los autores en base a la Imagen 1 y foto panorámica

Estas características físicas del territorio fueron las que motivaron variadas iniciativas para el surgimiento y posterior desarrollo de la ciudad. Originariamente habitada por aborígenes junto a una relevante presencia jesuítica, desde principios del siglo XIX las tierras marplatenses fueron adquiridas en enfiteusis y posteriormente compradas y vendidas sucesivamente. En estos comienzos, empresarios portugueses establecieron un saladero que no prosperó y en 1860 el terrateniente Patricio Peralta Ramos adquirió las tierras rurales para convertirlas en urbanas, por lo que propuso la iniciativa de fundar un puerto y un pueblo en las cercanías del mar y del arroyo Las Chacras –hoy entubado-. Su carácter de fundador en sus propias tierras, donde ya existía un disperso agrupamiento de construcciones y pobladores, se consolidó en 1874. En 1877, un vecino denominado Pedro Luro es quien logra incentivar el desarrollo económico de la ciudad, convocando a los sectores políticos y económicos más relevantes del país e inclinando las actividades locales en pos de un centro de descanso estival. Junto a los nuevos visitantes y residentes oriundos de Buenos Aires, la temprana oleada de inmigrantes se compuso de franceses, británicos, alemanes y austríacos. Progresivamente con el desarrollo balneario –e incluso portuario- de la ciudad, se destacaron en la población los españoles e italianos, en sintonía con los procesos inmigratorios nacionales.

Desde estos comienzos, el mar se instauró como el ícono insustituible de la ciudad. El paisaje marítimo y las actividades asociadas, balnearias y portuarias, signaron la vocación turística y productiva que se debate hasta la actualidad. La llegada del tren en 1886 imprimió la relevancia del carácter turístico-balneario al promover nuevas formas de acceso. Las edificaciones que hasta el momento albergaban a los visitantes se duplicaron e inauguraron nuevas posibilidades laborales. El Bristol Hotel de 1888, las villas pintoresquistas construidas en amplios loteos frente al mar, el Club Mar del Plata, la playa y la Rambla Bristol junto al Paseo General Paz, testimonian el comienzo balneario elitista de la ciudad. Así, entre fines del siglo XIX y mediados del siglo XX, Mar del Plata surgió como una villa distinguida que en un breve lapso dio lugar a una ciudad turística de más amplio espectro social. Otros visitantes y otras infraestructuras erigidas bajo el lema de la democratización balnearia, habrían de modificar las costumbres y los íconos. Entre ellos, se destacó el Casino y el Hotel Provincial, junto a sus playas, construidos sobre el anterior Paseo General Paz y la Rambla Bristol. De esta forma, la naturaleza costera de la ciudad y su origen asociado a las posibilidades marítimas, fueron claves en su progreso.

El trazado se definió a través del plano fundacional ideado por Carlos de Chapeaurouge en 1874. Antes de este plano existió otra propuesta del agrimensor Serna, que no fue aceptada, de carácter más abstracto en relación con el lugar. La planificación del diseño final toma como punto de partida la Capilla Santa Cecilia, construida en 1873 por Patricio Peralta Ramos en honor a su esposa. Chapeaurouge alegó que la definición de su trazado permitiría beneficios fundamentados en aspectos topográficos, geográficos y climáticos. Así, lo definió en falso medio rumbo y estableció siete plazas, considerando un arroyo –hoy entubado- que a modo de bisectriz atraviesa el triángulo conformado por la cuadrícula. Posteriormente, en 1891 Jacinto Peralta Ramos decidió formar otro pueblo en una parte de las tierras de su estancia, a modo de ensanche de Mar del Plata. Fuera del entonces ejido de la ciudad (hasta 1948 que se incorpora), se definió el Pueblo Cabo Corrientes, posteriormente llamado Peralta Ramos, donde después de muchos planes y una labor de expropiación, se reubicó el puerto a partir de la ley que lo autoriza en 1909. Esas tierras poseen una demarcación que responde a las antiguas delimitaciones de los campos –muy anteriores a 1891- en relación con ejes perpendiculares y paralelos referidos al Río de la Plata. Así, el trazado que se observa desde la actual Av. Juan B. Justo donde comienza la nueva orientación de la cuadrícula, obedece a estas directrices. (13)

Plano de Mar del Plata de 1874 definido por Chapeaurouge
Archivo de Investigación Histórica y Cartográfica, Dirección de Geodesia, Buenos Aires

Acercamiento Mar del Plata sobre plano del Partido de General Pueyrredon de 1923
Archivo de Investigación Histórica y Cartográfica, Dirección de Geodesia, Buenos Aires

Sobre este trazado, inicialmente virtual, se fue completando un tejido urbano que ha ido mutando. Como en otras ciudades pampeanas bonaerenses, las casas “chorizo” fueron relevantes a comienzos del siglo XX, pero fueron perdiéndose a través del tiempo. La vivienda que caracterizó y caracteriza a Mar del Plata hasta la actualidad, se gestó a mediados del siglo enunciado, destacándose entre 1930 y 1950: los chalets “estilo Mar del Plata”. Estas viviendas resultan claros ejemplos de la ciudad balnearia y su apertura social, propiciada posteriormente a la villa balnearia de élite. Los chalets desarrollados en este periodo implicaron traducciones de las villas marplatenses de principios de siglo, tomándolas como referentes por las clases sociales medias. Así, se describe a los chalets “estilo Mar del Plata” como “…ciertos desarrollos de la vivienda pintoresca procedentes de tal localidad, caracterizados por el uso de la piedra que recibe el mismo nombre en revestimientos exteriores. Puede ser definido como un producto híbrido, combinación de elementos de los distintos desarrollos del Pintoresquismo en la ciudad de Mar del Plata con predominancia de elementos provenientes del californiano, que consiste en un tipo particular de chalé de dimensiones moderadas, con partes de piedra y partes de revoque blanqueado, techado con tejas coloniales y un pequeño jardín al frente”. (14) Como se observa, las características principales residieron en el tratamiento de las fachadas, ya que la planta obedecería a disposiciones compactas comunes a varios tipos de vivienda. Así, el frente posibilitó la diferenciación y la manifestación del ascenso socioeconómico de sus habitantes y en forma paralela, viabilizó un atractivo fundamental para su posible alquiler turístico veraniego.

Chalets “estilo Mar del Plata” (calle Jujuy 319, foto de 1938, finalizado en 1935/ calle Necochea 3564, foto de 2011, finalizado en 1945)
Catastro Parcelario Urbano del Archivo de Catastro municipal y foto de los autores

Chalet “estilo Mar del Plata” (calle Ituzaingó 3499, plano 1939 y fachada actual)
Expediente de Archivo de Construcciones de la Municipalidad de General Pueyrredon [y foto de los autores]

La acotada estructura parcelaria urbana de Mar del Plata, transformada a partir de los amplios loteos iniciales, fue un factor clave en el desarrollo de estos chalets de “dimensiones moderadas”. Con el avance de la especulación inmobiliaria y las nuevas necesidades poblacionales, se alcanzaron frentes de 8,66 metros y diversas longitudes de fondos, con una distancia máxima de poco más de 43 metros. En las fracciones mínimas es donde se destacaron estas viviendas. Asimismo, el pequeño jardín al frente –a veces reducido a un cantero- y el porche –o hall de entrada semipúblico-, junto a la obligación normativa que ha consistido en mantener sin construcciones los fondos de los terrenos, permitió la generación de un paisaje urbano articulado con la naturaleza.

Como se mencionó, estos chalets se idearon a partir de una derivación simbólica-constructiva de las grandes villas de élite de principio de siglo. Materiales y tecnologías, ornamentaciones y formas de quebrar y componer las fachadas, fueron elaboradas desde las mansiones iniciales a través del trabajo de constructores e idóneos, como lo atestiguan los planos analizados. (15)

Asimismo, la extracción de pétreos que había decaído en Tandil hacia 1930, propició el arribo de trabajadores italianos a la ciudad de Mar del Plata. El tratamiento de la piedra local progresó a través esta mano de obra especializada que permitió parte del proceso de la generación identitaria de los chalets. La tendencia marcada por el Ingeniero Alula Baldassarini en sus grandes villas y chalets, con la fundamental presencia de la piedra “Mar del Plata” y su tratamiento “bastón roto” aplicado a las fachadas (técnica consistente en la composición de un aparejo formado por piezas rectangulares con juntas horizontales y verticales, alternando las trabas irregularmente), constituyó un factor clave para la demanda de estos obreros. Hacia 1950 la construcción de estas viviendas encontró su ocaso, aunque se continuó, en menor medida, su desarrollo. Debido a la modernidad de sus instalaciones y servicios, los chalets se consideraron, en muchos casos, como “fuelles” hacia las nuevas tipologías del Movimiento Moderno que comenzarían a modificar las corrientes urbano-arquitectónicas de la ciudad.

Actualmente, el perfil quebrado y las materialidades que comparten los frentes de los chalets “estilo Mar del Plata”, componen un paisaje que todavía constituye el rasgo más relevante de la ciudad. De similar manera que las casas “chorizo”, sus valores ambientales residen en la calificación y conformación de un paisaje particular, los valores histórico-sociales manifiestan los diferentes procesos socioeconómicos y políticos marplatenses desde lo monumental/elitista hacia lo modesto/popular, y los valores artístico-arquitectónicos implican la generación de una corriente estilística local donde la fachada constituye su principal atractivo.

Reflexiones finales

Dos historias, dos ciudades, dos tipos de patrimonio modesto.

Tandil constituye un caso paradigmático dentro del surgimiento y poblamiento de la campaña bonaerense, con la posterior instalación del ferrocarril, el perfeccionamiento de las funciones subsidiarias de la industria y el agro y la incorporación de inmigración extranjera. Mar del Plata constituye un caso diferente desde su temprana condición balnearia y su estacionalidad poblacional, su vinculación sociopolítica con Buenos Aires y su impulso particularmente urbano, compartiendo con Tandil el progreso referido a la instalación del ferrocarril y la recepción de inmigración extranjera. Asimismo, la vocación socioeconómica desplegada en el marco de las condiciones naturales de cada ciudad, con el aprovechamiento del paisaje serrano en el caso tandilense y el marítimo en el caso marplatense, resulta un nexo de unión entre ambos crecimientos.

Ambas ciudades intermedias bonaerenses, cercanas en distancia, disímiles y similares entre sí, permiten analizar y develar el desarrollo de los valores de su patrimonio modesto. Sus rasgos distintivos en los procesos históricos de urbanización, donde el trazado constituye la huella vigente de mayor duración, acercan respuestas para comprender la conformación de sus viviendas características. El tejido acontecido en esa huella, enlazado a las sociedades que lo constituyeron, refleja los vaivenes procesuales entre lo doméstico y lo urbano. De esta fusión surgen los valores de las viviendas, destacándose en el perfil de Tandil las casas “chorizo” y en el de Mar del Plata, los chalecitos “estilo Mar del Plata”.

Las casas “chorizo” tandilenses, descendientes de la inmigración italiana y su capacidad para la construcción, se materializaron en la subdivisión de los amplios loteos delineados originalmente, caracterizados por su proporción angosta y alargada. Desde el Fuerte al completamiento urbano del primigenio sector fundacional que hoy constituye el centro de la ciudad, estas viviendas representaron, desde principios del siglo XX, una respuesta al incremento poblacional y el acceso a la vivienda. La principal cuantía se concentró en su planta y su fachada lineal, junto a las posibilidades constructivas ofrecidas donde se destacó el crecimiento progresivo, revelándose así las persistencias vitales a preservar.

Los chalets “estilo Mar del Plata” característicos de la ciudad homónima, también fueron descendientes de las diferentes oleadas inmigratorias y encontraron su mejor expresión en la subdivisión de los grandes loteos iniciales. A partir del nacimiento de una Mar del Plata elitista trazada desde la Capilla Santa Cecilia, donde hoy se circunscribe su centro urbano, estas viviendas resultaron representativas de la posterior democratización y apertura social balnearia. Su apogeo entre 1930 y 1950 conjugó una nueva densidad poblacional estacional y estable, con un desarrollo socioeconómico que permitió a la nueva clase media acceder a una vivienda que heredaba de las villas antecesoras un prestigio particular. Así, la fachada quebrada y su tratamiento con diferentes materialidades y tecnologías, resultó –y resulta-  el principal eje de valoración y preservación.

De esta forma, aspectos sociales, históricos y territoriales se conjugan en el apogeo de ambas viviendas en una hélice de interrelaciones. Desde las sierras y el mar o el zaguán y el porche, se esconden los principales valores de los bienes a preservar. Concebidos en el siglo XX en ciudades de distinto desarrollo con factores comunes como la inmigración y el crecimiento poblacional que hoy las caracteriza como intermedias, el reto consiste en idear estrategias de protección acordes a estos procesos, a las principales cuantías que califican cada tipo de bien y a la actualidad cambiante de cada urbe. Tandil y Mar del Plata ilustran los diferenciales desarrollos urbanos bonaerenses y la consecuente generación de bienes domésticos característicos asociados a cada territorio. El patrimonio modesto que identifica a las ciudades “del interior” bonaerense, como sucede en Tandil, o el que identifica a las ciudades “de veraneo”, como sucede en Mar del Plata, debe ser cuidado como parte de la identidad local, del paisaje cotidiano que nos recuerda, cada día, un enérgico pasado y presente.

notas

1
SÁNCHEZ, Lorena Marina. Preservación del patrimonio modesto: construcción de un instrumento desde sus características materiales y sociales. Caso chalets “estilo Mar del Plata”. Tesis del Doctorado en Arquitectura de la Universidad de Mendoza. Mendoza, 2010.

2
Los avances han sido diversos y resulta clave la publicación de WAISMAN, Marina. El patrimonio modesto. Reconocimiento y reutilización. Bogotá, Cuadernos Escala, n. 20, 1992.

3
CACOPARDO, Fernando. La modernidad en una ciudad mutante. Vivienda, sociedad y territorio en la primera mitad del siglo XX. Mar del Plata, FAUD-UNMdP, 2003. Asimismo, ver PANERAI, Philippe, DEMORGON, Marcelle y DEPAULE, Jean Charles. Elementos de análisis urbano. Madrid, Instituto de Estudios de Administración Local, 1983. 

4
Carta de Brasilia. Documento Regional del Cono Sur sobre Autenticidad. Brasilia, 1995, p. 2.

5
VAPÑARSKY, César y GOROJOVSKY, Néstor. El crecimiento urbano en la Argentina. Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1990.

6
Muy cercanamente al plano de Chapeaurouge, en 1870, un geómetra francés llamado Jean-Baptiste Althabegoity realizó un nuevo plano del trazado tandilense con ciertas curiosidades que desconocen este proceso planimétrico (por ejemplo, se presenta la permanencia del fuerte ya demolido junto a un particular trazado de quintas en la misma dirección que la cuadrícula central). Agradecemos la información brindada por el Dr. Hernán Otero.

7
ALIATA, Fernando. Casa chorizo. En LIERNUR, Jorge Francisco y ALIATA, Fernando (eds.). Diccionario de Arquitectura en la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2004, p. 29.

8
GREGORIO, Roberto De. La casa criolla. Popularmente llamada la casa chorizo. Buenos Aires, Nobuko, 2006.

9
Relevado a partir del trabajo realizado con más de treinta expedientes de casas “chorizo” del Archivo de Obras Privadas de la Municipalidad de Tandil.

10
PÉREZ, Daniel Eduardo. Historias del Tandil II. Tandil, CIDLE, 2008, p. 106-107.

11
Idem nota 9.

12
VELÁZQUEZ, Guillermo. La dinámica de la población tandilense: el marco histórico-geográfico. En VELÁZQUEZ, Guillermo LAN, Diana, NOGAR, Graciela (comp). Tandil a fin de milenio: Una perspectiva geográfica.  Tandil, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Humanas- CIG, 1998.

13
Agradecemos la explicación brindada por el Arq. Cova.

14
BALLENT, Anahí. Chalé (Chalet). En LIERNUR, Jorge Francisco y ALIATA, Fernando (eds.). Diccionario de Arquitectura en la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2004, p. 69.

15
Relevado a partir del trabajo realizado con más de treinta expedientes de chalets “estilo Mar del Plata” del  Archivo de Construcciones de la Municipalidad de General Pueyrredon.

sobre os autores

Lorena Marina Sánchez, Arquitecta, Magister en Intervención en el Patrimonio Arquitectónico y Urbano, Doctora en Arquitectura, Investigadora Asistente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) con sede de trabajo en el Centro de Estudios Históricos, Arquitectónicos y Urbanos (CEHAU) dela Facultadde Arquitectura, Urbanismo y Diseño (FAUD) dela Universidad Nacionalde Mar del Plata (UNMdP) y docente de grado de la misma facultad. Ha publicado libros, capítulos y artículos en revistas nacionales e internacionales, junto a ponencias en numerosos congresos.

Fernando Cacopardo, Arquitecto, Magister en Historia, Investigador Adjunto del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) con sede de trabajo en el Centro de Estudios Históricos, Arquitectónicos y Urbanos (CEHAU) dela Facultadde Arquitectura, Urbanismo y Diseño (FAUD) dela Universidad Nacionalde Mar del Plata (UNMdP), docente de grado de la misma facultad y de posgrado en diversas facultades. Ha publicado libros, capítulos y artículos en revistas nacionales e internacionales, junto a ponencias en numerosos congresos.

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