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my city ISSN 1982-9922

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GONZÁLEZ ORTIZ, Humberto. A torre do bicentenário. Minha Cidade, São Paulo, año 08, n. 093.02, Vitruvius, abr. 2008 <https://vitruvius.com.br/revistas/read/minhacidade/08.093/1896>.


Proyecto Torre del Bicentenario [Figura encontrada na Internet]


Proyecto Torre del Bicentenario [Figura encontrada na Internet]

Proyecto Torre del Bicentenario [Figura encontrada na Internet]

Proyecto Torre del Bicentenario [Figura encontrada na Internet]

La 'otra' Ciudad de México, la de las viviendas construidas por años en autoconstrucción, sin arquitectos, la del caos vial diario y la del caos visual cotidiano para los habitantes de la capital federal mexicana [Figura de propriedade do autor]

La 'otra' Ciudad de México, la de las viviendas construidas por años en autoconstrucción, sin arquitectos, la del caos vial diario y la del caos visual cotidiano para los habitantes de la capital federal mexicana [Figura de propriedade do autor]

La 'otra' Ciudad de México, la de las viviendas construidas por años en autoconstrucción, sin arquitectos, la del caos vial diario y la del caos visual cotidiano para los habitantes de la capital federal mexicana [Figura de propriedade do autor]

 

De nuevo la polémica arquitectónica está servida, ahora el alcalde ‘de izquierdas’ Manuel Ebrard, esta entusiasmado por construir la llamada Torre del Bicentenario un rascacielos ubicado frente a la Fuente de Petróleos, en Lomas de Chapultepec, en la Delegación Miguel Hidalgo, quiere que sea ‘la quinta torre mas alta de América’, el edificio mas alto de la Ciudad de México y también de Latinoamérica.

El arquitecto proyectista es Rem Koolhaas y los inversionistas del proyecto son Grupo Dahnos y la Inmobiliaria española Pontegadea, de Amancio Ortega, dueño de las tiendas de ropa Zara.

Pretenden empezar su construcción a finales de este año 2007, y este edifico incluiría, faltaría más, un centro de convenciones, oficinas mixtas y áreas de entretenimiento.

El edificio no cuenta con permisos de construcción, ya que por normativa de uso de suelo, en ese terreno no se puede construir un edifico mayor a 20 pisos de altura, y la torre tiene nada más, 70 pisos (300 metros), el terreno del proyecto está ocupado por un edificio de patrimonio artístico catalogado por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) diseñado por el arquitecto ruso-mexicano Vladimir Kaspé en el año 1948, icono del modernismo, aunque el inmueble está en una lista y no en el catálogo formal del INBA.

Parece ser que políticos, empresarios y arquitectos, les fascina proyectar (y proyectarse al mundo) a través de iconos de la mal llamada, modernidad, el propio Marcelo Ebrard dice que con este edificio México se ‘proyectará al mundo’, no sé porque me recuerda al anterior alcalde de Barcelona Joan Clos vendiendo al mundo ‘la marca’ Barcelona, y miren ahora los apagones eléctricos!

Los políticos y arquitectos actuales, les importa poco construir edificios en zonas de reserva ecológica, como es este caso mexicano, pero eso sí, lo disimulan con ‘el enfoque’ de proyecto, “me he basado en la fusión de dos pirámides que se juntan en la base, una de ellas la de Kukulcán del centro ceremonial de Chichón Itzá”, afirma el arquitecto holandés.

El edificio tiene un coste previsto de 600 millones de dólares, porque estará previsto de lo mejor de lo mejor de la tecnología moderna (los inversores deben asegurar su inversión, claro está) y con el apoyo de empresas extranjeras, pretende estar listo para el año 2010 y celebrar así, el bicentenario de la ‘independencia’ de México, de allí el nombre del proyecto.

La Real Academia de la Lengua Española dice que indiferencia es: “el estado de ánimo en que no se siente inclinación ni repugnancia hacia una persona". Y la arquitectura del merchandising actual se atrinchera perfectamente en esta definición, es decir, es “indiferente” a la realidad que cada día se muestra mas y mas evidente.

Y no hablo por hablar, la actual separación cada vez más evidente entre el norte industrializado y vanguardista, y el sur dependiente y endeudado nos enfrenta a datos escalofriantes. A día de hoy, puedo afirmar que cerca 5.000 millones de habitantes viven en condiciones de pobreza y marginados de los planes sociales y de los beneficios de la globalización financiera del mundo actual, hablamos de casi el 83% de la población mundial que se encuentra excluida también, de los planes “oficiales” de desarrollo arquitectónico y urbanístico. Según datos del Banco Mundial el 10% más rico de América Latina acumula el 48% del ingreso total de la región; mientras, el 10% más pobre percibe solo el 1.6% de esos recursos.

Yo sigo esperando que las editoriales arquitectónicas, los grandes despachos de arquitectura o los repartidores de afamados premios internacionales, hablen de las condiciones miserables en las que habitan las mayorías pobres del planeta y que “reconozcan”, que los pobres y marginados sin ayuda de los “arquitectos proyectistas” y tal como lo señala la investigadora y arquitecta venezolana Teolinda Bolívar, “han sido los principales constructores de vivienda de finales del siglo XX”.

Los países del Tercer Mundo no pueden hacer frente en el marco político actual al cúmulo de necesidades de sus pobladores. Por ello la inmigración, la marginalidad, la falta de vivienda, la falta de agua potable, de luz, de áreas verdes, de calidad de la enseñanza, etc., serán los lastres sobre los cuales debemos inevitablemente re-fundar también la visión y la posición arquitectónica en este nuevo siglo.

Es aquí donde recae mi preocupación por la necesidad que existe de “otra arquitectura”. La arquitectura de los sin voz, la arquitectura creada con urgencia por las noches en solares invadidos por los sin techo, arquitectura deslegitimada por los grupos mediáticos creadores de la “arquitectura bien”, una arquitectura que tiene mas relación con la necesidad que con la objetividad del oficio arquitectónico, una arquitectura alejada de manera frontal de la propia arquitectura y donde los pobladores pobres han tomado la palabra, y los ladrillos, y los cartones para escribir y dejar constancia de su paso por el mundo.

En el marco político actual es incomprensible la pasividad de muchos arquitectos ante la desesperanzadora realidad que nos envuelve. Debemos hablar del Derecho a la vivienda que recoge la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 que, en su artículo 25 señala que toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado, concretando que la “vivienda” forma parte del conjunto de componentes de ese derecho. Y debemos exigir a los Estados que han reconocido “el derecho a la vivienda” en su Constitución Política sean congruentes y pongan los medios y establézcanlos apoyos necesarios para que todos los habitantes de sus respectivos países puedan hacer efectivo tal derecho.

América Latina en concreto, necesita de una arquitectura de urgencia, pero con calidad. Soy consciente de que ni hay, ni habrá vivienda para todos en el creciente tercer mundo, por ello es importante destacar la “necia labor” de muchos profesionales que siguen en la brecha de encontrar soluciones “reales” a las necesidades “reales” de vivienda y habitabilidad en el llamado Tercer Mundo.

Es por eso que cualquier aportación en el terreno de la “arquitectura alternativa” respecto a la “arquitectura de best seller” que se consume y se enseña actualmente en todas las Escuelas de Arquitectura, es imprescindible para allanar el camino hacia, al menos, una hipotética igualdad en la distribución del conocimiento arquitectónico

Quiero aquí acércame  a una arquitectura “entrometida” y “sumergida” en una realidad concreta y, donde la “indiferencia”, no tiene cabida en la propuesta arquitectónica.

Abro un camino necesario que nos conduzca hacia la planificación arquitectónica “para” (o de) los marginados, aportándonos innumerables posibilidades en planteamientos arquitectónicos prácticos, que ofrecen una (otra) “ciudad posible”.

Dejo abierta aquí “la posibilidad” y aliento el debate (y las propuestas) para “incluir” también, las necesidades “reales” de pobladores “reales”, al cotidiano quehacer de los arquitectos de hoy.

Sostengo que arquitectura e indiferencia son, más bien, conceptos antagónicos en la realidad actual.

Y la Torre de Bicentenario, es un proyecto que deja en evidencia mi denuncia de una arquitectura que frivoliza la profesión y que se alinea con este ‘famoseo’ que rodea al mundo actualmente. Donde los arquitectos se han convertido en piezas de marketing de  políticos, inversores, firmas comerciales y ciudades que ‘desean’ promoverse mundialmente como ‘marca’ que ofrece al visitante ‘lo mejor de lo mejor’ de la arquitectura actual.

En este punto, deberíamos detenernos a reflexionar seriamente para dejar de mirar embelesados, la llamada ‘arquitectura de autor’, y comenzar a enfatizar ‘desde la arquitectura’ sobre soluciones realistas a nuestros problemas de espacios público, vivienda, hospitales, escuelas, infraestructuras, para que nosotros, arquitectos investigadores, busquemos entre las rendijas del presente soluciones ‘reales’, construcciones ‘posibles’ y teorías ‘válidas’ para este mundo donde, la frivolidad, el high-tech, y este posmodernismo tardío de los arquitectos ‘famosos’, en la gran mayoría de los casos, esta conformando una arquitectura cada vez mas insolidaria.

Si Marcelo Ebrard quiere celebrar el bicentenario de la independencia de México de la corono española, flaco favor le hace a las instituciones del país entregando la Torre del bicentenario, a la constructora española dueña del emporio internacional de ropa Zara.

Además de ‘cambiar a su gusto’ el uso de suelo solo para construir el ‘capricho primamidístico’ (si se me permite la palabra) de Koolhaas en el pulmón mas grande de la ciudad de México, pero eso sí, estará al igual que el centro financiero Santa Fé, rodeado de chavolas, barrios miserables, vialidades intransitables, playas sin mar y cargadas de imecas, niños magos, payasos, vende-chicles, vende tarjetas de teléfono o malabaristas en cada esquina, con socavones en la delegación Iztapalapa cuando en la ciudad diluvia, problemas graves en la infraestructura hidráulica de la Ciudad de México, es decir, los 600 millones de dólares que se supone, costará su ‘tótem arquitectónico’, bien podría invertirlos en resolver las necesidades cotidianas de los habitantes de la ciudad de México, eso sí sería un homenaje digno para los mexicanos en el bicentenario de la independencia, porque cierto es que los equipos de arquitectos famosos, no se ocuparán, ni ofrecerán alternativas arquitectónicas ante la pobreza, mayoritaria en el mundo de hoy.

sobre el autor

Humberto González Ortiz, Doutor en Arquitectura, M&G Estudio de Arquitectura, Barcelona, Espanha

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