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research

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architexts ISSN 1809-6298

abstracts

português
Partindo do caso do bairro de Laurentino 38, se analisa a configuração dos espaços coletivos no projeto residencial moderno e sua relação com o espaço público

english
This research comments upon the configuration of collective space in relation to public realm within the Modern residential project

español
A partir del caso del barrio del Laurentino 38, se analiza la configuración de los espacios colectivos en el proyecto residencial moderno y su relación con el espacio público


how to quote

SANTAMARIA, Mar. Laurentino 38. La cota 0 en el proyecto residencial moderno. Arquitextos, São Paulo, año 12, n. 144.08, Vitruvius, mayo 2012 <https://vitruvius.com.br/revistas/read/arquitextos/12.144/4353>.

Para Manuel de Solà-Morales, in memoriam

El Laurentino 38 nace en el marco del Primo Piano per l’Edilizia Popolare (PEEP), de 1964, como nuevo crecimiento residencial para 30.000 habitantes en la periferia sur de Roma, entre el  barrio del EUR y el cinturón de ronda, apoyado sobre una de les antiguas vías consolares de acceso al centro de la ciudad, la Laurentina.  

Promovido por el Istituto Autonomo delle Case Popolari (IACP) y proyectado por el arquitecto romano P. Barucci, toma su configuración definitiva tras la aprobación del Plan de Zona de 1972, estructurándose sobre un vial cerrado sobre sí mismo, vinculado a la vía Laurentina, a lo largo del cual se distribuyen las unidades residenciales; el espacio central se destinaba a los servicios y a un parque urbano, que incorporaba un área arqueológica existente.

El barrio del Laurentino fue proyectado en 1964 en la periferia sur de Roma
Foto Francesco Orfei

La manzana residencial es la matriz de construcción del barrio. Dimensionada para albergar entre 1500 y 2000 habitantes, está constituida por la agregación de bloques lineales (PB porticada+8), torres (PB porticada+14) y de un edificio puente (PB+1/2), que contiene equipamientos, servicios y viviendas. Este último juega un doble papel: por un lado, es la articulación aglutinadora de usos, recorridos y actividades entre las edificaciones de la propia insula, situadas a ambos lados del vial; por otro, es el elemento de relación tanto con el exterior de la unidad como con el espacio público, definido como la relación entre vacíos dentro del espacio construido.

El edicio puente como elemento estructural de la unidad residencial en el barrio del Laurentino, Roma
Foto Francesco Orfei

Las dificultades de gestión del proyecto por parte de sus promotores (IACP y Ayuntamiento de Roma) sumadas a la concentración de situaciones difíciles (pobreza, marginación social, delincuencia), en un ámbito aislado del resto de la ciudad, han determinado una situación de degradación cada vez más acusada, que colapsa en 2006, cuando Walter Veltroni, alcalde de Roma, aprueba la demolición de los puentes 9, 10 y 11, ocupados por familias inmigrantes y personas sin techo.

Los habitantes, de procedencias diversas y agrupados activamente en organizaciones vecinales, han luchado desde los inicios para sacar al barrio de su aislamiento y modificar su estructura urbana, causa principal, aparentemente, de su degradación tanto física como social. La estructura morfológica se apunta, pues, como una de las causas principales: los edificios puente (segregadores de los flujos peatonales, mal comunicados y de difícil acceso), la unidad residencial básica, como elemento autónomo y al tiempo dependiente de éstos, y el anillo viario, sistema cerrado sin relaciones transversales hacia el interior (gran parque urbano, zona arqueológica, parque natural del Acqua Acetosa) y hacia el exterior (relación con la vía Laurentina).

El Plan de Recuperación Urbana del barrio del Laurentino, elaborado por el Ayuntamiento de Roma, en 2007, en el marco del Programa de la Ley de Barrios y que actualmente se encuentra en fase de aprobación, es un plan estratégico de renovación urbana, resultado de un largo proceso participativo entre la Regione Lazio, el Ayuntamiento, el ATER, el distrito XII y los habitantes del barrio. El Plan persigue la integración de los documentos proyectuales previos y de los procesos de participación ya  iniciados, con el objetivo de proponer una estrategia de renovación e intervención, acompañada de acciones encaminadas a modificar tanto la estructura morfológica como social.

El Plan considera de vital importancia los recursos existentes, especialmente culturales y ambientales. Así, prevé la recalificación de los puentes como estructuras de servicio involucradas en el sistema general de recorridos, la potenciación de la movilidad peatonal interna actualmente inexistente a causa de la estructura del anillo viario, la revalorización del área arqueológica como polo cultural, la puesta en valor de la Reserva Natural Laurentino-Acqua Acetosa (parque natural regional) como polo museológico y el desarrollo económico a través de la instalación de una incubadora de empresas y nuevas tecnologías, proponiendo además siete proyectos estratégicos para la implementación de un sistema adecuado de relaciones entre el interior y el exterior del barrio.

La cota 0 en el proyecto residencial moderno: espacio público o lugar colectivo

Desde Le Corbusier, con la rue intérieure de la Unité d’Habitation, o los Smithson con los streets de Golden Lane o Robin Hood Gardens, aparecen en el proyecto residencial moderno espacios híbridos, a medio camino entre el espacio público y el lugar de la colectividad: pasadizos, porches, galerías, edificios puente, que incorporan a la arquitectura las funciones que tradicionalmente corresponden a la calle y al espacio público (flujos, actividad, intercambio). Estos espacios colectivos, proyectados desde las lógicas funcionales de les piezas edificadas, son a menudo autónomos y suelen estar físicamente separados de la cota del plano del suelo; contrariamente, la calle y el espacio público resultantes de estas operaciones responden a cuestiones viarias o se acaban convirtiendo en aquel vacío no proyectado entre las arquitecturas o en aquel “resto verde”, faltos de jerarquía, articulación y diseño. 

El caso del barrio del Laurentino es, en este sentido, paradigmático. Los edificios puente que en el proyecto original de P. Barucci habían de vertebrar las unidades residenciales y, en última instancia, el barrio, se han convertido en lugares degradados, sin funciones asignadas, segregados y, en los casos más extremos, se ha optado por su demolición. Pese a ello, sería poco prudente pensar que la degradación del barrio se pueda atribuir a estas arquitecturas: se debería estudiar paralelamente cómo se ha configurado el proyecto del espacio público/verde en relación a estos lugares colectivos de la arquitectura.

A partir del caso concreto del barrio del Laurentino en Roma y de sus edificios puente, se propone analizar comparativamente la configuración de estos espacios colectivos y su relación con el espacio público (superposición, intersección, conflicto) a través de otros cuatro conjuntos de vivienda residencial que, a pesar de su condición periférica y la disparidad de su origen y su gestión, son ejemplares con respecto al proyecto de los espacios de relación entre la ciudad y la vivienda: el Nuovo Corviale, otro ejemplo romano, y su calle interior proyectada por Mario Fiorentino, en el año 1971, en el mismo contexto que el Laurentino (ley INA Casa); la calle elevada en la agregación de dos bloques residenciales con viario perimetral, equipamientos y verde central, en Robin Hood Gardens, completado, en 1972, por los Smithson en Londres; la plataforma en relación con el paisaje del Condominio Peregrulho, proyectado por A. Reidy, en el barrio de Benfica de Río de Janeiro, a finales de 1950, y el sistema tridimensional de la ciudad en el espacio de Ricardo Bofill, concretada en el Walden 7 (1974) en Sant Just Desvern.

Sin embargo, recientemente los cinco conjuntos han sido objeto, como el Laurentino, de intervenciones de recuperación urbana, centradas en la mayoría de los casos en repensar precisamente estos espacios colectivos. Es, en esta cuestión compleja, donde radica su interés.(1)

El puente como catalizador de la urbanidad en el Laurentino, Roma
Foto Francesco Orfei

Calle en altura abierta al jardín de Robin Hood Gardens, London
Foto Rafel Crespo Solana

Plataforma abierta sobre el paisaje de Rio de Janerio en el Condominio Pedregulho
Manuel Bailo Esteve

Calle interior en el Nuovo Corviale, Roma
Giulia Sermoneta

Plazas y espacios intermedios en el Walden, Sant Just Desvern
Santi Malagrida Serdà

El elemento: Un puente para el Laurentino

De los catorce edificios puente previstos en el proyecto original del barrio del Laurentino sólo once fueron ejecutados, de los cuales tres han sido demolidos recientemente para ser substituidos por edificios de aparcamiento.

Se trata de un elemento de sección compleja y usos mixtos, que se coloca perpendicularmente al anillo viario (que dota al barrio su imagen característica de bolsa residencial autónoma) y conecta a lo largo de sus 117 metros ambos lados de la unidad residencial, quedando situada la cota 0 del proyecto a más de siete metros por encima del vial, que queda en trinchera.

De esta manera, se constata que, ya desde el proyecto, se hace una clara apuesta por situar el espacio público y colectivo de la unidad dentro del edificio, estableciéndose un rico sistema de relaciones espaciales, tanto en planta como en sección entre las distintas cotas, a través de escaleras, rampas pasarelas y porches. Se genera una sucesión de espacios no ocupados que desde el elemento porticado lineal  crecen en dimensión y tensionan la relación entre comercios y pequeños equipamientos, además de resolver el acceso a las torres.

Pensado como un elemento fundamentalmente lineal, para el recorrido horizontal entre ambos lados del vial, el edificio puente tiene voluntad de aglutinar en su cota significativa las actividades colectivas de la unidad: comercios, espacios de juego, plazas de estar, oficinas, locales asociativos. La cota superior, en cambio, queda destinada exclusivamente a la residencia, contribuyendo así a aumentar la riqueza tipológica tanto del propio edificio como de la unidad vecinal.

Los elementos de conexión vertical son muy puntuales. En la parte del edificio puente suspendida sobre el vial, se produce el único acceso desde la cota de la calle; aunque de importancia manifiesta, por su posición central y porque el resto de accesos se producen lateralmente desde las calles perimetrales a través de espacios porticados, esta escalera de llegada a la galería comercial, solamente relaciona dos de las cotas del proyecto, siendo necesariamente complementaria al recorrido horizontal que se realiza a través del edificio. Por tanto, el único elemento que sí relaciona las tres cotas del edificio puente (aparcamiento, servicios y vivienda) se sitúa en el perímetro, en posición lateral respecto del cuerpo central y en relación directa con el vial.

El edificio puente es, en definitiva, un recorrido lineal complejo con diferentes episodios que se aleja de la idea de la calle existente en la ciudad tradicional, a pesar de su capacidad de contener flujos, generar intercambio y potenciar el uso público. Es el espacio central, la articulación de la unidad residencial, el lugar de la colectividad. Aún así, pese su interés espacial, tipológico y funcional, el espacio colectivo se resuelve a la escala de la unidad, no de los bloques y torres de vivienda.

El edificio puente aglutina equipamientos, residencia y espacio público a modo de recorrido lineal complejo
Foto Francesco Orfei

El edificio puente aglutina equipamientos, residencia y espacio público a modo de recorrido lineal complejo
Foto Francesco Orfei

La escalera de acceso desde el vial relaciona el edificio puente con la calle
Foto Francesco Orfei

En cambio, en Robin Hood Gardens, la calle elevada sí que incorpora esta dimensión ligada a la residencia: la amplia galería de acceso a los apartamentos (dúplex situados en los pisos inmediatamente superiores o inferiores), con sus más de 2,5 metres de anchura, aumenta el espacio de la casa, ofreciendo a los residentes una nueva habitación, un nuevo lugar donde sentarse en el exterior para el ocio, el juego y la relación. A diferencia de la calle elevada de Le Corbusier,en la Unité d’Habitation de Marseille, ésta se encuentra en fachada, buscando una dimensión más pública, más visibilidad.

En Robin Hood Gardens la calle elevada también está destinada claramente al movimiento horizontal. Los ascensores son cajas de recorrido vertical, con un lugar definido, así como los rellanos de las escaleras. La propia calle elevada se articula de manera que el retranqueo que se genera en cada una de las puertas de entrada a las viviendas se ofrece como un espacio cuyo propietario puede tomar en posesión. Las viviendas están definidas, por tanto, como recintos cuyas estancias tienen un uso intercambiable, a diferencia de las residencias comunes. La sección resuelve de manera muy inteligente el movimiento de los vehículos, que se mantienen en un foso visible y claramente bajo el nivel del suelo. Un foso a modo de trinchera, que retiene el ruido y mantiene el  humo del coche, en un nivel inferior a las viviendas y a los espacios abiertos ocupados por la gente. 

Los Smithson intentan desarrollar la idea básica de calles elevadas y conectadas, que ofrecen la oportunidad de acercamiento y compañía: grupos de viviendas claramente definidos para un apoyo social mutuo; adecuados "umbrales" para proteger e identificar las viviendas dentro del conjunto, es decir, desarrollar la forma y las subformas, de manera que indiquen con claridad el uso que debe darse al lugar. Así, aunque no tengan conciencia, los ocupantes no dudarán sobre qué parte debería ser tranquila o cuál más bulliciosa, por dónde se supone que hay que caminar y por dónde se va a conducir, jugar, conversar. El lenguaje formal del edificio indica y refuerza su uso.

La calle en altura constituye una ampliación natural del espacio de la vivienda
Foto Rafel Crespo Solana

En Robin Hood Gardens, la calle elevada es una extensión de la vivienda, un espacio colectivo con vocación doméstica. En el caso del Condominio Peregrulho, la calle elevada cambia de dimensión y se convierte en una gran plataforma vasta y horizontal, que corta el edificio en dos partes, desde la que se relaciona con el paisaje de fondo.

La colocación del bloque principal del conjunto en el punto de máxima pendiente del terreno no es accidental: este gran edificio, de más de 280 metros de longitud, recorre sinuosamente las curvas de nivel, queda contextualizado como parte de la naturaleza, activando de esta manera las cualidades proyectuales inherentes a su geografía, su posición privilegiada respecto de las visuales hacia la Bahía de Río de Janeiro. El bloque de viviendas toma la horizontal de su plataforma intermedia como medio para hacer resaltar el paisaje y, en cierto modo, el propio edificio. Con la colocación de diferentes elementos singulares (como los dos equipamientos escolares) o las escaleras de acceso a las viviendas, se introduce, además, dentro del edificio un nuevo paisaje, análogo al paisaje exterior, igualmente vasto y horizontal, realizado en hormigón armado.

Así, el paisaje se apropia completamente del espacio, adquiriendo mayor tridimensionalidad, generando situaciones que configuran una percepción de dentro a fuera, aquí y allá, que cambian conforme el espectador varía su posición relativa dentro del edificio. Podríamos decir, que la plataforma se convierte en promenade architecturale, que nos transporta del paisaje interior del edificio al amplio paisaje del territorio, en una invasión tridimensional de lo pintoresco en el espacio cartesiano positivista de la isotropía reticular.

La plataforma se convierte en un nuevo paisaje interior sobre el cual se sitúan los equipamientos
Foto Manel Bailo Esteve

Si en los casos anteriores, los espacios significativos de la colectividad se desarrollaban claramente en el plano horizontal, aunque en el Laurentino se empiece a intuir una mayor diversidad en su configuración, otros dos casos presentan espacios intermedios entre la ciudad vivienda que exploran la complejidad tridimensional.

La sección transversal del Nuovo Corviale revela una distribución de las unidades residenciales, con cuatro apartamentos por rellano, en los primeros cuatro pisos, y viviendas con pasarela, en los últimos cuatro. En el centro, el "piano libero" está destinado a acoger los servicios residenciales, las actividades profesionales y comerciales. Recorridos peatonales suspendidos, en correspondencia con las cinco plazas de acceso, conectan el cuerpo principal con los servicios de base.

El “piano libero” divide la sección de Corviale tanto tipológica como funcionalmente
Foto Giulia Sermoneta

Las viviendas con pasarela constituyen la tipología residencial por encima del cuarto piso (el “piano libero”), caracterizada por la articulación de espacios públicos para el recorrido (pasarelas, ascensores, cajas de escalera) y para el encuentro (áreas centrales). Desde los espacios comunes se organizan los cinco bloques de escaleras (que corresponden a las partes en que se divide el edificio), percibiéndose así la dimensión total del edificio y su relación con el centro urbano, de una parte, y el territorio rural de Roma, de la otra.

Ahora bien, es sin duda en el proyecto para el cuarto piso, que corta longitudinalmente el edificio a lo largo de todo el kilómetro, donde Fiorentino hace una de sus más claras apuestas. Según el proyecto inicial, los espacios libres debían destinarse a un uso y un recorrido públicos, que garantizaban el disfrute del “piano libero” y el recorrido del edificio en toda su longitud. Actualmente, sólo algunos de estos espacios han conservado su función pública, mientras que la mayoría se han transformado en lugares compartidos o privados. En esta planta "ocupada", la cohesión entre los habitantes y la unidad de vecinos es muy estrecha. Los ambientes donde se abren la mayoría de los apartamentos han dado lugar a espacios privados donde, a la función de meros distribuidores y puntos de acceso a las viviendas, se añade la de socialización de las familias que comparten este espacio y lo transforman según sus intereses.

El espacio público del Corviale sufre todavía la falta de aquellos lugares de relación y de servicio que el proyecto original había previsto, en la mayor parte, en el cuarto piso. Sólo en las pasarelas encontramos espacios "adoptados" por los residentes que contrastan con el abandono de la planta baja, propiciado por la repetición en serie, alienante, del laberinto lineal que da acceso a los cuerpos de escalera y a los locales. Sin embargo, las pasarelas se asoman sobre una secuencia de pequeños claustros, que dirigen inevitablemente la mirada hacia su fondo, inexplicablemente inaccesible. Es en los espacios privados donde se percibe una buscada identificación con la propia casa, evidenciada por la multiplicidad de soluciones adoptadas. Esta atención se vuelve incierta en los espacios compartidos, donde el límite de propiedad es más débil, hasta reducirse ulteriormente en los espacios públicos. Si el espacio público se ha demostrado incapaz de ser gestionado, el espacio colectivo se ha convertido en el espacio de las potencialidades.

Finalmente, el Walden 7 convierte el espacio colectivo de las rampas, patios, pasillos, terrazas, miradores, en un sistema tridimensional, organizado a partir de un juego geométrico estricto. El edificio consta de 1.100 módulos de 5,30 x 5,30 x 2,50 metros y de 16 plantas de altura constante. La célula básica del edificio es un cubo de 5,30 x 5,30 x 5,30 m, por cuyo lado pasan todas las redes de instalaciones. Cada célula básica comprende dos módulos de vivienda, y las viviendas constan de hasta cuatro módulos, en función de las necesidades de sus inquilinos (en el caso de Robin Hood Gardens son las estancias las que se pueden intercambiar, ampliándose sobre la calle elevada como una habitación suplementaria).

Estas secciones son el resultado de variaciones de una sección tipo, por simetría, que se consigue aplicando un movimiento de traslación a una célula del edificio, a partir de tres ejes: un eje oblicuo, uno vertical y otro oblicuo en dirección contraria. Estos desplazamientos de la célula base tienen como resultado un desfase, utilizado como acceso a la vivienda, que en los pisos inferiores se produce en el interior mientras que en los pisos superiores se dará en el exterior. A partir de las diferentes simetrías de esta pieza, se va configurando el edificio, estableciéndose una precisa jerarquía en los recorridos: pasos ajardinados, entradas independientes a las células y nuevamente, calles ajardinadas de unión entre dos ciclos en su desarrollo metodológico en vertical.

La circulación del edificio se completa mediante pasarelas que unen el núcleo de ascensores en el patio central con los pasillos perimetrales. Estos espacios entre plantas no son exclusivamente espacios de comunicación sino que, por su tamaño generoso, son utilizados como espacios comunes de relación, que complementan los que se producen en planta baja o en la cubierta del edificio. Este trabado sistema de relaciones, que se producen tanto en el plano horizontal como en el vertical, genera cinco patios monumentales, uno central (donde se concentran las comunicaciones verticales) y cuatro en los vértices: son los lugares de encuentro de los habitantes de esta singular comunidad.

La combinatoria del módulo generador establece una serie de recorridos que resuelven la secuencia calle-patio-vivienda
Foto Santi Malagrida Serdà

Secciones comparativas
Mar Santamaria

La unidad: la distancia interesante

A pesar de su historia controvertida, es evidente que los edificios puente se han convertido en la imagen representativa del barrio del Laurentino. También, ha quedado demostrado su interés como objeto tipológica y espacialmente complejo, al ser concebido como un recorrido que se desarrolla desde la  esfera pública hasta la escala de la vivienda, a través de espacios contenedores de actividades cívicas y servicios. Ahora bien, el proyecto original de P. Barucci para el barrio se basaba en la agregación de estos elementos pasantes con una serie de bloques residenciales y torres de vivienda, colocados perpendicularmente al vial, generando una insula residencial. A diferencia de las manzanas compactas de la ciudad tradicional, se propuso una unidad que tiene en las distancias, en los ritmos de presencia y ausencia que se crean entre los diversos elementos, su razón de ser.

Las relaciones entre las diversas partes de la unidad se establecen a partir del edificio puente, situado en posición central: elemento en forma de esvástica, tiene una parte lineal suspendida por encima del vial y dos brazos que, por un lado, se convierten en el vestíbulo porticado de acceso a las torres y, por otro, en el espacio cubierto que permite acceder a los comercios situados en paralelo al vial. Dos pasarelas, colocadas perpendicularmente al elemento lineal, conectan los bloques de vivienda que hacen fachada al vial, pasando por encima de las calles laterales. Finalmente, en los extremos del edificio puente, el espacio porticado se amplía, dando lugar a una "plaza" de dimensiones considerables, con un interesante juego de visuales en diagonal entre la calle y los comercios, en la que confluyen recorridos y se abren pequeños volúmenes de equipamiento y servicio.

A pesar de ello, ambos espacios, tanto la pasarela como las plazas, quedan en el interior del edificio, son visibles pero no fácilmente accesibles desde el vial y desde las calles perimetrales y se relacionan precariamente (excepto en el punto de contacto con las torres) con el vacío que se genera entre los bloques. Del mismo modo, la relación que se establece entre el vial y los edificios, torres y bloques, es bastante dramática: es por encima de éste donde se producen los recorridos peatonales y donde se sitúan los usos significativos. El vial actúa, así, como mero elemento de acceso rodado de manera que la planta baja queda configurada como un gran muro ciego, donde se alternan taludes ajardinados y puertas de acceso a los aparcamientos (exceptuando dos de los testeros de la unidad, en los cuales se ubican pequeños comercios de barrio).

Por otro lado, el espacio interbloque, ocupado en la mayoría de los casos por el aparcamiento, representa otra oportunidad perdida, aunque la distancia entre las edificaciones permitiría generar un espacio de buenas proporciones que podría asumir la función de espacio público que no puede contener exclusivamente el edificio puente. Las mismas viviendas presentan perímetros autónomos con una cierta distancia de respeto, excesivamente libre y verde, que evita conflictos de vecindad pero pierde oportunidades de proyecto.

Articulación del edificio puente lateralmente con el resto de la unidad (pasarelas, espacio semipúblicos) y con la planta baja (accesos a los aparcamientos y comercio como excepción)
Francesco Orfei

Articulación del edificio puente lateralmente con el resto de la unidad (pasarelas, espacio semipúblicos) y con la planta baja (accesos a los aparcamientos y comercio como excepción)
Foto Francesco Orfei

Articulación del edificio puente lateralmente con el resto de la unidad (pasarelas, espacio semipúblicos) y con la planta baja (accesos a los aparcamientos y comercio como excepción)
Foto Francesco Orfei

Espacio interbloque generado a partir del espacio porticado del edificio puente
Foto Francesco Orfei

En el caso del Corviale, la relación entre el espacio colectivo, los equipamientos y el espacio público permite extrapolar ideas que enriquecerían estos espacios que, en el Laurentino, aún carecen de intención. Según el proyecto original, el Nuovo Corviale debía ocupar una superficie de 6,5 Ha, ordenada en franjas paralelas orientadas en sentido norte-sur, ligadas por un eje de comunicación principal a 45º. El área se caracteriza por la presencia de una pendiente, en cuya cresta emerge el cuerpo principal, una ciudad lineal de 6.300 habitantes (de los 8.500 previstos) con nueve plantas (más las dos del aparcamiento), casi un kilómetro de largo y subdividido en cinco unidades de gestión, cada una con su propia plaza de acceso, un bloque de escaleras principal y un espacio para las actividades comunitarias.

Un bar, un restaurante, un teatro al aire libre, un mirador y una serie de espacios verdes completan la dotación de servicios de la parte oeste. Al este, un anillo viario circunda un área en la que se sitúan la iglesia, la escuela, las instalaciones deportivas y un centro cívico (en cuyo interior se habían previsto un mercado, un centro de atención primaria, un cine y la sede del ayuntamiento), a partir de la cual se extienden un vial arbolado y otro edificio lineal de viviendas, de dimensiones menores, con un recorrido cubierto que se debía convertirse en el eje de comunicación entre la nueva ordenación y la ciudad existente.

Así, a un lado del Corviale, se concentran los servicios de cada una de las cinco unidades de gestión y el espacio público que los organiza; en el otro, el anillo viario y los equipamientos de ámbito urbano y el gran parque metropolitano: las cinco plazas de entrada y su prolongación en forma de edificio puente y de torre de comunicaciones resuelven no sólo el desnivel existente entre las dos fachadas del edificio, sino que se convierten en la transición entre ciudad y naturaleza y la arquitectura monumental del barrio. Así como en el interior del propio edificio los confines entre espacio público y espacio privado quedaban desdibujados (han sido objeto de ciertas transgresiones), las plazas y los puentes organizan, pautan y ordenan la vida ciudadana.

Los equipamientos resuelven el contacto entre el edificio y el paisaje en la fachada trasera
Foto Giulia Sermoneta

Las plazas de entrada se prolongan a través del edificio (pasarela) dando lugar a los equipamientos
Giulia Sermoneta

De manera similar, en el Walden 7, en el que también la dimensión pública se introduce en el edificio, las plazas y los espacios intermedios acaban por formar parte del mismo conjunto, llegando incluso hasta la cubierta. El proyecto original incorpora el máximo terreno en su interior pero, en este caso, lo hará a dos escalas: una primera, de gran tamaño, que sitúa los edificios en el perímetro, cerrando una gran plaza central y otra, de menor escala, en la que la construcción incorpora en su interior el espacio público en forma de plazas y ramblas interiores. El edificio, con su distribución laberíntica de viviendas, con sus grandes plazas interiores, como las de la planta baja y la cubierta, sus espacios y servicios en las zonas intermedias, se podría decir que casi fue pensado como una ciudad.

Las plazas y espacios públicos salen hacia el exterior en el Walden
Foto Adrian Mellado Muñoz

Si bien los dos ejemplos anteriores ayudan a ilustrar cómo podría alcanzarse una mayor complejidad en la articulación entre el espacio público y el espacio colectivo, Robin Hood Gardens y el condominio Pedregulho plantean la cuestión de la distancia entre los objetos que, aunque no es casual, a menudo genera espacios que sí lo son, como es el caso del Laurentino.

En el caso de Robin Hood Gardens, la medida posición y la exacta distancia en la colocación de la pareja de bloques, generan un espacio interesante: un recinto, en el cual dos edificaciones de altura (uno de siete pisos y otro de nueve) y longitud diversa, se enfrentan. Un tercer elemento, los equipamientos, situados en los extremos de la manzana, acaban de delimitar el perímetro. El proyecto se organiza, por lo tanto, para crear una zona central "sin tensiones", protegida por los mismos edificios del ruido y de las presiones de las calles vecinas. En esta zona, no existe ningún tipo de circulación de vehículos, que se incorpora al edificio; existe, por el contrario, un núcleo de tranquilidad y verdor, del que todas las viviendas participan y al que todas miran. Sólo un gran prado verde, ondulante, limitado por recorridos perimetrales, que nos llevan a las zonas de juego. Si las calles elevadas querían ser una ampliación de la vivienda, este talud central pretende ser una extensión del edificio, un lugar de referencia para la comunidad. Sin embargo, la misma concepción de la ordenación como recinto protegido por un muro ciego perimetral, hace que la relación inmediata con la ciudad sea poco permeable.

El prado entre los dos bloques se convierte en un lugar de referencia para la comunidad
Rafel Crespo Solana

Este aspecto sí que es tenido en cuenta, en cambio, en la ordenación del conjunto de Pedregulho, en cuya configuración también existe la voluntad de crear un lugar, en este caso, perfectamente integrado con su entorno. A partir de la situación del gran bloque ondulante en relación armónica con la topografía, se distribuyen el resto de edificaciones, teniendo especial atención en la creación de espacios, que surgen de la relación de distancia entre los diversos elementos. El proyecto apuesta por posicionar las edificaciones según relaciones espaciales simples, en que los bloques residenciales secundarios se disponen paralelamente entre ellos mientras que el resto de funciones se implantan perpendicularmente. Junto con el acierto en la situación del edificio curvado a lo largo del talud, la ingeniosa y eficiente distribución del resto de edificios, contextualiza la arquitectura como paisaje natural. Esta intención queda claramente patente al analizar la posición de la escuela, el centro sanitario y los bloques de viviendas secundarias: estas edificaciones conforman un espacio central, que se convierte en la plaza del conjunto, la principal área de ocio y relaciones del proyecto, el "corazón" de la unidad vecinal.

En definitiva, y a la luz de los diferentes ejemplos mencionados, podríamos afirmar como hace Manuel de Solà (2) que “en el espacio urbano, las distancias interesantes están cargadas de intenciones sobre la separación positiva entre objetos diferentes”.

Plantas comparativas de las unidades residenciales
Mar Santamaria

Ciudades en el punto de mira

La comparación de los casos anteriores, a partir del elemento que configura sus espacios públicos y colectivos, nos demuestra que detrás de éste subyace una determinada idea de hacer ciudad aunque haya sido puesta en crisis recientemente por los respectivos proyectos de reforma o demolición.

Los Robin Hood Gardens son fruto de un proceso de experimentación que se inicia con el concurso para Golden Lane. En Cambiando el arte de habitar, Peter Smithson reflexiona sobre su propuesta para un nuevo modelo de ciudad: “Así como los constructores de Bath decidieron que la forma de la casa adosada funcionaría, pensábamos que, para la ciudad, funcionaría la forma de calle elevada, como forma sólidamente establecida capaz de articularse mediante sus subformas hacia un nuevo modelo de casa ideal”. La idea de diseñar una galería abierta como si fuera una calle nace, pues, del deseo de los Smithson de integrar los edificios de vivienda como parte de la estructura de la ciudad. En lugar de continuar concibiendo los bloques como fragmentos aislados (como las grandes torres), los nuevos edificios residenciales y la vida bulliciosa de la ciudad tradicional debían llegar a entrecruzarse. Los Smithson, intentan reproducir la idea de compartir un edificio o un vecindario, un barrio.

Según M. Fiorentino, el Corviale “debía ser un organismo que combinara las funciones de residencia y servicios que la ciudad burguesa había dividido en la retícula compacta de las manzanas edificadas y de equipamientos”. En esta rígida división entre espacio público y espacio privado Fiorentino veía gran parte del conflicto de la ciudad contemporánea. La imagen urbana a la que aspira el proyectista del Corviale es la de la ciudad histórica que, según su lectura, se ha desarrollado en varios episodios formativos que han dado lugar a partes urbanas con una identidad propia. El resultado global viene dado por el valor intrínseco de cada una de las partes y de la dialéctica espacial que se produce entre ellas. De estas premisas nace Corviale, como manifiesto de la idea de ciudad por partes. Como parte, debería haber condicionado el futuro desarrollo de su entorno, generando un diálogo entre elementos potentes en un sistema de infraestructuras urbanas en continua transformación.

El conjunto de Pedregulho, como primera obra construida por el Departamento de vivienda brasileño, posee un fuerte carácter prototípico experimental, incorporando al proyecto de la arquitectura moderna un proyecto de ciudad. Entre los grandes trazados y la escala del edificio se produce un vacío, que desdibuja la percepción entre lo urbano y lo recluido de la arquitectura. Se debería hacer, pues, explícita la percepción de las escalas intermedias de la ciudad, mediante una recreación que permita comprender como el procedimiento formal va encaminado a componer un viaje de iniciación, que comienza en la rigidez isótropa del movimiento moderno y termina con el edificio mirando el paisaje, creando un argumento completo de la ciudad y la arquitectura. En el edificio, la promenade, plataforma sobre el horizonte, es un intervalo de la que se concibe en el ámbito urbano, una secuencia con identidad de la puesta en escena general que, convenientemente orquestada, establece una lectura de la arquitectura y de la ciudad como montaje de paisajes.

En el Walden, se rompe con la visión higienista de Le Corbusier: el gimnasio en la cubierta, el campo de deportes, los espacios verdes en planta baja, auténticos pulmones de la comunidad, se reemplazan por conceptos menos definidos, lugares en los que puede suceder cualquier cosa, la principal preocupación no son los espacios abiertos sino los espacios comunes. Esto lleva a reemplazar la concentración de viviendas en un bloque lineal, pensado para dejar un espacio exterior amplio, por una ocupación arquitectónica del terreno, que incorpora espacios exteriores en el interior del edificio creando plazas y calles no sólo en planta baja sino en cualquier planta intermedia o superior, convirtiendo el conjunto vivienda-calle-plaza en una auténtica ciudad (en el espacio). Si hasta entonces el urbanismo tenía dos modelos, el edificio en altura y la ciudad jardín en extensión horizontal, el Walden apunta un tercer modelo consistente en la incorporación en la edificación en altura de los elementos básicos del urbanismo en extensión, es decir, la ciudad jardín vertical.

Robin Hood Gardens: ciudad a partir de la vivienda
Foto Rafel Crespo Solana

Corviale: Ciudad por partes
Giulia Sermoneta

Condominio Pedregulho: ciudad como montaje de pasiajes
Foto Manuel Bailo Esteve

Walden 7: ciudad jardín-vertical
Santi malagrida Serdà

Finalmente, el barrio del Laurentino basa su idea de ciudad en la integración del espacio colectivo en el interior de su elemento generador, el edificio puente. De las cinco unidades vecinales previstas, cada una de ellas formada por tres ínsulas residenciales, sólo se llevaron a cabo cuatro, que se distribuyeron a lo largo del vial en forma de anillo, que marcaría tanto la forma del barrio como sus futuras conexiones con el resto de la ciudad. Sí se construyeron, en cambio, el centro de negocios y servicios situado en la entrada principal del barrio desde la Laurentina, una serie equipamientos diversos y viviendas plurifamiliares más convencionales en puntos muy concretos. En el interior de este perímetro edificado, como negativo, quedaba un gran espacio verde, parque urbano de topografía deprimida, que había que conectar con la Reserva Natural del Acqua Acetosa.

Un modelo que, a pesar de las virtudes de la unidad entre viviendas y edificio puente, ha demostrado muchas carencias. El Plan de Mejora Urbana pretende solucionar los déficits del proyecto original con políticas que actúan, a menudo, en la superficie del problema: través de la potenciación de ciertos usos, de la sustitución de los edificios puente degradados por otros más funcionales (y menos interesantes), de la introducción de nuevos recorridos y de la reurbanización del vial y de algunas áreas centrales.

Sin embargo, la mejor lección que podría aprender el Laurentino de los anteriores modelos sería la de intentar hacer de unos buenos edificios particulares, elementos públicos, recuperando así la fuerza de su elemento generador, el edificio puente, que partiendo de la escala mínima de la vivienda debiera ser al tiempo estructura, parte, paisaje y ciudad tridimensional. Para poder, de este modo, construir un nuevo modelo de ciudad, hecha tanto de buenas casas y esquinas como de excelentes espacios públicos, trascendiendo el significado de lo particular a lo social para adquirir carácter colectivo, en definitiva, urbano.

Construyamos nuevos puentes para el Laurentino.

Comparación entre los cinco proyectos de ciudad
Mar Santamaria


notas1
En 2008, se inició una campaña para salvar Robin Hood Gardens de la demolición prevista por el nuevo plan para Blackwall Reach (www.bdonline.co.uk); el Condominio Pedregulho es objeto de una reforma por parte de la Secretaria Estadual de Habitação; en el Nuovo Corviale se han llevado a cabo una serie de iniciativas para la elaboración del Contratto de quartiere, entre las cuales destaca el Laboratorio Territoriale Corviale- Roma ovest.

2
SOLÀ-MORALES RUBIÓ, M. De cosas urbanas, Ed. Gustavo Gili, 2008.

acerca del autorMar Santamaria es arquitecta por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (Universidad Politécnica de Cataluña, 2006) y centra su actividad profesional en el ámbito del espacio público, el paisaje y la ordenación del territorio. Es investigadora y docente en el Departamento de Urbanismo y Ordenación del Territorio desde 2008 y ha participado como profesora invitada en varios seminarios internacionales. Actualmente, es co-editora del portal Mirades Urbanes (www.miradesurbanes.net) para la difusión del urbanismo.

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